19 abril, 2024

Little boy

Little Boy fue el nombre que se le dio a la bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Cuando el Enola Gay, bombardero estadounidense  lanzó la bomba, se podría decir que “se acabó la guerra”; aunque la formalidad de la rendición del Imperio de Japón frente a los Aliados, fue el 15 del mismo mes y año. Por la acción de Little Boy, aproximadamente 140 mil personas murieron. Es decir, fue una masacre.

Hace  unos días, el viernes 4 de marzo, fueron asesinadas en  Aden, Yemen, cuatro monjas misioneras de la congregación Hermanas Misioneras de Caridad, fundada por la beata Madre Teresa de Calcuta. Un grupo de hombres, aparentemente extremistas musulmanes, entraron armados al hogar de ancianos y asesinaron a las cuatro monjas, a ocho ancianos, a otras personas discapacitadas, dos colaboradoras del albergue, un guardia y un chofer.

Ciento cuarenta mil  o más de doce, personas normalmente indefensas que  mueren víctimas del desequilibrio humano en un acto llamado masacre.

La masacre de Hiroshima o la masacre de Yemen, tal vez la última nos conmueva más, por tratarse de monjas cristianas que dedicaban su vida a servir a Cristo a través de sus semejantes necesitados, los más pobres de los pobres.

Aproximadamente diecinueve mil niños mueren al día en el mundo  por causas evitables, entre las principales, la desnutrición.

En China mueren aproximadamente trece millones de seres humanos, víctimas del aborto.

Centroamérica, Sudamérica y Sud África son los lugares del mundo donde se producen más muertes por violencia armada sin que haya guerras declaradas, cada año mueren más de 740000 personas; de estas muertes el 66 por ciento ocurren fuera de las zonas de guerra.

Pero de todas estas personas, nacidas o no, hay cuatro nombres que podremos recordar: Anselm, Reginette, Margarita y Judith, las nuevas mártires del milenio, tal como lo ha dicho el Papa Francisco. Quien además dijo que no solo son mártires por haber muerto en servicio de su devoción a Dios y sus semejantes, sino porque pese a su atroz muerte, sus ejemplares vidas han pretendido ser silenciadas por la indiferencia mediática.

No sé,  si llegase a explotar  una bomba como la de Hiroshima (más potente obviamente), ¿qué medio de comunicación quedaría en la Tierra para transmitir la noticia?

Tal vez un satélite extraterrestre reportaría el incidente, quizá diría “lamentable”, emitiendo la palabra al ritmo de un sonido robótico… sonido que se perdería lentamente en un planeta destruido, vagando hasta extinguirse dentro de esta  era global y muy estúpida.

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Conflicto Árabe-Judío (II)

No recuerdo bien pero debió ser en el siglo
XIX cuando el romanticismo se encontraba
en pleno apogeo literario, en que surgió el
“folletín”, publicaciones por partes o
capítulos cuyo atractivo fundamental era
suscitar la curiosidad del lector y por tanto,
su continuidad en la lectura. Y digo esto
porque el asunto que me concierne, el
conflicto árabe-israelí, va tomando
características folletinescas, aunque solo
sea por su presentación por capítulos,
bueno y quizás también, quién sabe, algún
lector despistado sienta un deseo ardiente
de saber cómo continúa.

Pues si es así, nos
quedamos en que Palestina quedaba
dentro del dominio británico. Luego
siguieron unos años en los que se vivió en
este territorio una continua inmigración
de población judía y más aún cuando Hitler
llega al poder y se toman las primeras
medidas antisemitas, que se produce un
incremento de la población judía que llega
a Palestina. No solo llegan de Alemania,
también de toda la Europa central. Así en
1933 está documentado que llegaron
37.000 judíos; en 1934, 45.000 y en 1935,
65.000. Los árabes no quedan muy
satisfechos que digamos al comprobar que
los británicos ni se inmutan ante la
avalancha de judíos que se establecen en
Palestina y reaccionan convocando huelga
general pidiendo el cese de la inmigración
judía; la huelga duró seis meses, durante
los cuales los enfrentamientos con las
fuerzas británicas fueron cotidianos
llegándose a decretar el estado de
excepción.

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