19 abril, 2024

¡Una vez más, me quedé… supletorio!

Los chicos con una franca sonrisa lanzan la frase de rutina al finalizar una jornada académica oficial: ¨Una vez más me quedé¨, cuando no la condenatoria expresión buscando culpables: ¨ese profesor (a), me dejó, no me puso la décima, centésima o el punto, cuando no dos, pero si solo me quedé por medio punto, dos puntos¨. Padres perplejos tratan de consolar a sus chicos, pero apoyan la razón, la culpa es de otro. Otras veces se escucha profesores que en sus conversaciones se preguntan: ¡Y tú: ¿a cuántos dejaste? Como si se calificara al profesor como bueno al que más dificultades pone en la aventura del saber y no al que facilita el aprendizaje y sobre todo las ganas de aprender a aprender, de surgir, de salir adelante en la vida.

Reflexionar sobre los supletorios es más complejo que reflexionar sobre los logros de aprendizajes, para esto vemos luz, tenemos claridad en los indicadores de logros, metas y objetivos. Para el fracaso, para los supletorios no está claro el asunto, la culpa siempre es de otro.

Un centro educativo, antes llamábamos colegios, hoy UNIDADES EDUCATIVAS, debe comprenderse no como una institución que transmite conocimientos, certifica productos bien hecho, para una sociedad mal construida, sino como COMUNIDAD DE APRENDIZAJE, la confluencia de buscar todos el mismo objetivo, aprender, y aprender a aprender, entre estudiantes, docentes, padres de familia y directivos es la clave de formar personas que logren encontrar un sentido a su vida. La razón de un centro educativo es promover a la persona, hacerle surgir lo mejor de sus valores. No el buscar que fracasen. Ningún médico se sentiría feliz si comentará con otros ¿cuántos muertos mandaste a la vida eterna? Ni peor un ingeniero, ¿cuántos edificios se te derrumbaron? Entonces ¿por qué entre los docentes comentan estas barbaridades como indicadores de logro?

Hoy no la tenemos fácil los educadores, padres consentidores, ausentes del hogar, chicos frágiles, demasiados emotivos con una lógica, forma de pensar distinta a la que se formaron sus maestros, de ver varias dimensiones a la vez, de satisfacerse rápidamente, de saltar de una a otra experiencia para no aburrirse, de no querer profundizar en lo complejo, donde solo le atrae lo lúdico hace que el desafío de educar sea más riesgoso, es fácil fracasar como educador y como estudiante, en el fondo fracasa la institución que no cumple con su visión y misión, la nuestra, en un centro jesuita la de formar hombres y mujeres con excelencia integral.

Cuentan que el afamado actor y dramaturgo Peter Ustinov fue elegido como padrino de graduación en un colegio inglés. En el acto de apertura, el Director felicitó emocionado a los alumnos y anunció con orgullo que, de una promoción de cincuenta, solo dos alumnos no habían logrado pasar los exámenes y, que por ello no se iban a graduar. Cuando le tocó hablar al dramaturgo, dedicó su discurso a los dos alumnos que no se iban a graduar:

-Yo no poseo ningún título ni preparación y creo que el mundo necesita por igual doctores y obreros, médicos y campesinos. Todos valemos por igual y pienso que lo verdaderamente importante es que cada uno encuentre su misión en la vida y la realice con dignidad y honestidad. Yo me siento inclinado hacia los dos que no aprobaron los exámenes como me siento siempre inclinado hacia cualquier minoría. Por ello, les quiero pedir que no se sientan inferiores, como les pido a ustedes que, no por estar aquí, son superiores o mejores que ellos. Si yo hubiese sido alumno de este colegio, estoy casi seguro que seríamos tres los suspendidos que hoy no podríamos graduarnos-

Necesitamos una educación que no castigue el error sino que lo convierta en una maravillosa oportunidad de aprendizaje.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×