19 abril, 2024

Carta a una niña grande

Se acerca la hora, como se acercan los barcos al puerto. ¿Que es difícil? lo sé. ¿Que tienes miedo? Puedo sentirlo también. Estás entre la oruga y la mariposa, entre la paz que sucede al llanto. Nadie te explicó cómo ocurre la transición, es cierto. Creías que era cuestión de acumular años y mudar el ropero…

¿Qué significa ser adulto? Me preguntas. Mira, te voy a soltar unas palabras que he aprendido en el camino y otras que no las he estrenado aún pero bien podrían servirte. Ser adulto es saber quién eres… ¿muy fácil? Aguarda niña, que de esa definición derivan otras más.

Cuando sabes quién eres, conoces lo que te gusta y lo que quieres hacer; asimismo, distingues lo que no te gusta y lo que no quieres hacer.

Si a ti te gusta mucho el amarillo y alguien te vende el morado, te quedas con el amarillo. Eso es ser adulto. O si acaso fuera de noche y saber que puedes contar contigo. Elegir en qué gastar tu dinero y en qué ahorrarlo. Ser dueña de tus pensamientos más íntimos, pero mostrarte flexible al escuchar, sin descartar la posibilidad de que hay otras verdades más allá del ego.

Ser adulta es ser responsable de lo que haces y callas. Amar como aman los niños. Si te duele mucho el corazón, es de adultos ponerlo un rato en la mesa para que otro se compadezca y lo atienda. Tener una austera disciplina, pero también discernir cuándo es más adulto correrse el riesgo a no ganar más que el intento y en él, la vida misma.

Es importante que atiendas las necesidades de tu cuerpo y tu alma. Que medites antes de actuar y que des paso a aquel que nadie da paso. No es de adultos encerrarse en sí mismo para olvidarse de lo que arde afuera, ni culpar a otros de lo que pesa adentro. Y de ninguna manera ser adulto es creerse auto-suficiente, más bien, es tener la valentía de pedir ayuda y consejo.

Con todo esto quería pedirte que tengas paciencia, niña grande. La semilla guarda la promesa de la flor, y en esa promesa habitan mil intentos. No pretendas florecer antes de tiempo. Cultiva tus armas y prepara la tierra, paso a paso, con la certeza de que ya transcurrido el camino, en un atardecer cualquiera, mirarás hacia atrás y te darás cuenta de que, ¡al fin! has crecido…

Te escribo estas letras para que resuenen como himno en tu corazón y las cantes con fervor cuando pierdas la razón.

TE QUIERO; que este sea tu sello, tu espada, tu estrella.

No olvides que te quiero, te quiero, te quiero…

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