19 abril, 2024

Tráfico de influencias

El clima en Brasil está cada vez más caliente, para algunos ya es sofocante y es que las denuncias de corrupción por tráfico de influencias no paran.

No era para menos, si dicen las autoridades estadounidenses que en el fútbol se dan coimas y sobornos, era fácil suponer que en el mundo de la construcción se den también este tipo de actos para garantizarse contratos en licitaciones. Si viviera el Chapulín Colorado seguro diría «lo sospeché desde un principio».

La Fiscalía brasileña no solo sospecha, sino que tiene indicios de responsabilidad, producto de las pesquisas, que la han llevado a dictar órdenes de arresto contra altos ejecutivos que, supuestamente, están involucrados en estos escándalos de corrupción.

Como no podía ser de otra manera, Ecuador no se quiere quedar detrás en la lucha contra la deshonestidad y al igual que ya lo anunciaron Perú y Panamá empezarán una auditoría, que según afirma el Contralor, se la ha ordenado «en todos los procesos de contratación del Estado con la empresa Odebrecht», en donde también se incluirá a «los funcionarios que adjudicaron las obras».

Más de uno sospechamos que el tráfico de influencias en Ecuador existe y que no solo se da en la rama de la construcción, sino en muchos otros contratos o concesiones que el Estado adjudica a empresas particulares.

En Brasil es posible dar estos duros golpes a la corrupción porque, a diferencia de lo que acontece en otros países de Latinoamérica, no existe excesiva proximidad entre la justicia y los poderes político y económico. Jueces y fiscales son independientes y de ahí la confianza de la población en su sistema judicial, pues existe una verdadera separación de poderes.

Algunos esperamos esa muestra de transparencia y honestidad en nuestro país y que efectivamente, la fiscalía en conjunto con la contraloría, investiguen todas las denuncias públicas de corrupción y tráfico de influencias en contratos; y, si se investiga como es debido, a fondo, estoy segura que algunos tendrían que construir un túnel más largo que el de ‘El Chapo’ para escapar de las garras de la justicia.

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