23 abril, 2024

Pude ver el más grande circo

Cuando se ve por primera vez un espectáculo de circo, se queda marcado para siempre; es algo único, deslumbrante, inolvidable. Eso experimenté al ver la “sabatina” del 27 de junio.

Hoy, el circo en su mayoría ha cambiado. Se busca no utilizar animales… Empero algunos lo hacen, y divierten casi tanto como sorprenden.

Era la costumbre de los grandes circos estar siempre de gira o tenían “sucursales” en diversas ciudades. Este usó métodos influenciados por Goebbels en vez de los que se consideran los “top ten” de los más famosos: Cirkus cirkor, Antiguo circo de Moscú, Cirque Plume, Circo de Chengdu y hasta hoy el despampánate Cirque Du Soleil.

El primer mencionado tuvo por trama los 11 principios de la propaganda de Goebbels comunizados y muchos sofismas complementados con mentiras puras.

Conviene recordar el decálogo que escribió Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, adecuada a S.S.A.M. (Su soberbia alterada majestad); aunque ya la lista es muy conocida: Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo.

Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”.

Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”.

Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Principio de la verosimilitud. Principio de la silenciación: Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y “prohibir” las noticias, mientras programan sus medios de comunicación.

Principio de la transfusión. Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad.

Es realmente impresionante ver lo vigente que sigue hoy en día este decálogo de propaganda. Es más, el sistema político de más de un país se hundiría de no ser por este famoso decálogo.

Con esto también se consigue que S.S.A.M. recorte alegremente los derechos por los que tanto lucharon nuestros padres y abuelos mientras los súbditos y beneficiarios se lo agradecen con efusivos aplausos. Como decía la reina Amidala: “Así muere la democracia, con un estruendoso aplauso.”

Esperemos esta semana para que recapacite el Rey y Comandante General del Ejercito: Pyrrhus.

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