24 abril, 2024

Que rica es la Psicología

Qué rica es la Psicología. Me siento afortunada de poder afirmar que estudio algo que me encanta. Me gusta aprender, explorar y descubrir. Ir a clases es una aventura. Estudiar Psicología no es elegir una carrera que te entrega un título ornamental al cabo de unos años; estudiar Psicología es el arte de comprender. Decir que sí a la heroica tarea de “lupear” (de lupa) lunares y depurar charcas. Aceptarse uno mismo como es, y no como debería ser. No juzgar. Plantarse en medio de la balanza y contemplar la escena con neutralidad perceptiva. Ser coherente. Vivir conforme a la flor que uno siembra y riega y luego presume. Ser humilde. Advertir que el conocimiento no es poder, es una herramienta para servir. Saber escuchar. Acomodar el oído en el vientre y no en la superficie. Seguir al instinto. Conectarse con la sabiduría de la tripa y arriesgarse en el camino. De todas maneras, el viento siempre nos empuja a tomar una decisión.

Es curiosa la reacción ante alguien que se presenta como “psicólogo”. El público exige un psicoanálisis, una explicación al por qué de esto y qué hago con respecto a aquello. Los seres humanos queremos respuestas; palabras que nos brinden certezas y con ellas una seguridad aparente, una sensación de control sobre el ambiente. Confieso que a veces me canso de pensar. Me gustaría que existiese algún botón para apagar los pensamientos y entregarme a la vida sensorial: observar, oler, escuchar, palpar y saborear. Disfrutar de lo simple y lo disponible. Estar aquí y ahora.

Quisiera enfocarme ahora en la gratitud. Gracias a los genios que desenterraron a la Psicología, porque ella siempre ha existido desde que amanecieron los humanos, bajo la tierra húmeda esperando que la bautizaran. Gracias a los libros que me han enseñado tanto. Gracias a los maestros que aman la Psicología y nos educan para que la amemos también. Gracias por su coherencia y su creatividad para formar.

A los que nunca han visitado a un psicólogo, les aconsejo hacerlo. La psicoterapia es una oportunidad para el crecimiento. Crecer duele, es cierto, pero creo que esa brecha entre la luz y la negrura, el diminuto soplo entre lo cálido y lo frío, eso que llamamos equilibrio, el punto cero, es lo más hermoso de esta vida.

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Te ha de extrañar esta carta. No la escribo por alguna razón determinada. Tampoco es por algún acontecimiento trascendental.

Me encuentro en la mejor edad que he tenido. Poseo la juventud que mentalmente necesito, junto a la experiencia de un hombre plenamente realizado. Mi vida ha sido un juego maravilloso.

Siempre he sido amado; Se me ha otorgado inesperados dones para lograr una subsistencia plena.

Lo que te escribo, lo escribo por la incontrolable necesidad que tengo de hacerlo. Cuando leas lo que lees, quiero que comprendas mi mayor tesoro. Has sido la principal inspiración de mi existencia. Eres la mirada de ternura que me transformó con su dulzura. Una inconciencia carecida de mí tiempo conocido.

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