29 marzo, 2024

La literatura nos salva

En los tiempos que corren hay una suerte de brisa fresca en talentos jóvenes que con verdadera madurez abordan los insondables misterios del ser humano y enriquecen el panorama de la literatura ecuatoriana. Es el caso de Mariasol Pons, novel escritora que en el 2013 nos presentara su primera novela: “LA CHICA”, la que me gustaría compartirla con ustedes.

Mariasol demuestra una amplia investigación sobre el tema del narcotráfico, del que nos ofrece amplias miradas dentro de su denuncia. Un tema real dentro del mundo contemporáneo que cada vez toma más cuerpo dentro de nuestra propia sociedad: el consumo de estupefacientes aunado al narcotráfico, al narcolavado y a la narcoguerrilla. Nos describe la mirada del consumidor, del productor/narcotraficante, enfoques ideológicos dentro de una sociedad de consumo, a la que critica, pero también al propio narcotráfico que no se puede justificar bajo ningún aspecto, por ideológico que sea. Es la veta moralista de la novela narrada con pasión, aceleradamente como el mundo que hoy vivimos. Por ello podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Mariasol se constituye, a partir de hoy, en una testigo de su tiempo.

Mariasol se atreve y puede realizar lo que estuvo antes vedado al género femenino, cuando valientes mujeres padecieron las incomprensiones sociales y/o tuvieron una ardua lucha para estar en lo suyo. Solamente para citar dos ejemplos del siglo XIX y comienzos del XX, en Ecuador o en París, tenemos una Dolores Veintimilla de Galindo en las letras (Quito, 1829-1857), cuando escribe “¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque lo que en mi pensamiento osa vivir?”, o la propia Marie Curie en la ciencia, que la magnífica novela de Rosa Montero me ha refrescado leyendo en “La ridícula idea de no volver a verte”, cuyo análisis enjundioso desde nuestra contemporaneidad, sobre la paulatina ‘visibilización’ de esta mujer-científica en una sociedad de machos, nos permite ser conscientes ahora de sus sufrimientos y de esa gran pasión permite concluir a muchos escritores que se han ocupado de ella, que su gran descubrimiento, la radiactividad, era en realidad una ‘propiedad atómica de la materia’, tendiendo un puente entre la física y la química, entre el siglo del ‘cientificismo’ y el del desarrollo de estos grandes descubrimientos. Aportes de mujeres que permiten el progreso social por medio de elementos para un mejor vivir

Mariasol ya no es una proscrita sino una mujer del Siglo XXI, a la que se le permite reunirnos aquí para enriquecernos de sus miradas sobre nuestro propio mundo, para hacernos de ‘demiurgo’ que avizora y advierte a sus coetáneos sobre esta realidad que, sin embargo, es tan presente en nuestra cotidianeidad, tan inconscientemente presente. Ella nos sorprende porque con esa juventud aborda temas lacerantes en nuestra sociedad, incluso cuando no los ha vivido; porque el arte de escribir no se produce a partir del relato de nuestras vivencias, únicamente, sino del saber observar y reflexionar sobre temas conocidos a partir de la investigación histórico-social seria del autor que, de alguna manera, se nutre y vive.

‘LA CHICA’ me retrotrae a Rosa Montero, en su novela “El corazón del tártaro”, donde esta autora relata el tema sórdido del mundo de la coca, a través de una protagonista que recuerda cuando era adicta a la cocaína, esclava de la Reina o la blanca; texto que narra dentro de un tiempo veloz que transcurre dentro de una trama tensa que lleva a la heroína a conmoverse y a liberarse también, descubriendo que las vidas aparentemente exitosas son solamente una máscara. Estas dos autoras nos presentan mundos sociales distintos, dentro de los cuales diseccionan conflictos no resueltos en sus personajes que siempre huyen y recurren a cualquier cosa para solucionar sus problemas, a través de una narración omnisciente. El desenlace es más una advertencia que una lección, a través de un fin lógico para alguien que asumió su ser, finalmente, y que eligió su ubicación en la vida. Es que la buena literatura no es necesariamente enseñar.

‘LA CHICA’ es la historia de una mujer que rompe sus amarras y estalla. Mariasol describe la realidad de una clase adinerada, ociosa, sin oficio ni beneficio, dentro de una sociedad contemporánea que ha soltado sus amarras: ha despreciado los valores tradicionales del respeto, la honorabilidad de la palabra, la fidelidad, el sacrificio del trabajo; se ha desplegado, más bien, hacia el confort, el lujo, el hedonismo casi perpetuo, donde prima la satisfacción instantánea. El vicio se enseñorea alrededor de una mujer que siempre se miró desde el OTRO, no desde el SUJETO, por lo que cuando se topa con otra realidad distinta a la suya se le abre otro mundo al que se entrega con pasión, porque en ello va implícita la recuperación de su propia autoestima… aunque en el proceso se sienta diferente porque sus gustos son distintos.

La novela aborda el vacío existencial de este personaje femenino como una consecuencia directa de una falla en todas las instituciones sociales, comenzando por la familia, donde las amistades mantienen relaciones competitivas y basadas en el interés mutuo y los entretenimientos que se buscan son vacuos. Prima el amor al dinero. En ese sentido, la sociedad se descompone: el narcotráfico despliega sus brazos de pulpo y atrapa a los personajes de esta historia hasta destruir sus vidas.

La novela ocurre en tiempo presente; el pretérito aparece a manera de recuerdos, los cuales son necesarios para entender a cada personaje en su personal perspectiva. Esto hace que el ritmo de lectura se acelere y las acciones se desplomen como una perpetua sorpresa desde las impredecibles decisiones de una Gabriela que es la imagen de la mujer moderna, independiente, educada… pero rota emocionalmente. Quiere hacer muchas cosas en su vida, pero no está entrenada para ello, su vida transcurre en la inconciencia de una grupo social decadente, sin otro objetivo que el de ganar dinero para considerarse, o que los demás lo consideren, exitoso. Gabriela “vive en la opulencia pero sufre por las desgracias y pobrezas que reportan los medios” (p.1). Presenta la imagen del padre proveedor /cito/ “Nunca tuvo la necesidad de trabajar, su padre un gran industrial siempre se encargó de que tuviera lo que quisiera (… ) siempre fue su protegida” (Pág. 1); o “Gabriela solo le permite opiniones a un hombre en el planeta y ese es Roberto Millás Serna, su papá” (4).

Su madre, Teresa es la mujer sujeta (al sistema de poder… la mujer machista), /cito/ “Su madre, Teresa, todavía no pierde la esperanza de que ella encuentre alguien bueno y forme su propia familia” (Pág. 1); o “A la casa de Gabriela llega Teresa, su madre, que está preocupada por ella. Ve la cama desarreglada, la refrigeradora vacía, los ceniceros llenos y los tacones de la noche anterior” (Pág. 6).
En cambio Sofía, su hermana, /cito/ “ha sido la estrella de la perfección. Ha caminado siempre en línea recta e hizo todo como sus padres lo esperaban. Un ejemplo a seguir, una distinguida dama. Su marido es riquísimo y se tienen cariño. Cada uno es más tieso que el otro, ya el aire que respiran no puede ser más puro ni el lino más fino ni la casa más perfecta” (Pág. 8). Ambas son, a su manera, distantes de Gabriela, que ha estudiado periodismo, habla idiomas y viaja, sin objetivos en su vida. Quiere ayudar a solucionar problemas sociales: Ser una heroína, pero /cito/ “Por lo menos hasta el día de hoy no soy capaz de moverme y ayudar a quienes lo necesitan” (Pág.2).

Gabriela tiene principios, tiene los códigos sociales de ser una mujer digna, pero desde su OTREDAD, desde esa ubicación dependiente del padre o del novio, proyecto de marido, es vulnerable a las constantes rupturas con sus parejas también provenientes de esta clase hedonista cuyo único objetivo en la vida es el placer y, por lo mismo, hacer dinero. Después de la ruptura con Julián, su primer novio /cito/ “Se volvió terriblemente fría y enterró sus sentimientos. Continuó su vida pero habiendo enterrado a la mujer sensible y entregada del pasado, a esa que pensaba en la pureza del amor y la fidelidad, aquella que creía que en la vida sólo había un hombre para ella. Dejó de respetar los preceptos que antes habían dictado su código de conducta. Se abrió muchísimo a vivir sin tantas reglas, estaba maravillada con su nueva visión de las cosas” (Pág. 6); o “la coca hace que Gaby se sienta invencible” (Pág. 11). Pero /cito/ “Gabriela se perdió a sí misma viviendo los desvaríos de Max. En algún momento volvieron a estar en contacto pero él era totalmente inconstante y no tenía capacidad para tener un compromiso con ella.

Ella reventaba a patadas su dolor justamente con aquello que la hacía sentir peor, que la humillaba y que la hacía sentir menos valiosa: las fiestas y todo lo que viene con el paquete. Llegó a pensar que ella no era suficiente para él y que la culpable de toda su debacle era ella misma” (Pág. 14). Gabriela no pudo superar las sucesivas pérdidas de sus parejas, tan vacías como ella: “Se entregó por completo a vivir la vida por las noches y a encontrar tylenoles masculinos que aliviaren la sensación del hueco tan horrible que tenía entre brazo y brazo” (Pág. 13). Por ello la llegada del amante tiene tan grande impacto para ella, /cito/ “Él la contemplaba… cada gesto, cada comentario, cada movimiento de piernas Diego no lo superaba, estaba embrujado” (Pág. 47); o “El amor de Diego no era fingido y ella lo sabía” (Pág. 53).

LA CHICA se narra desde una perspectiva apocalíptica: los “buenos” no duran, se mueren. Específicamente, no pueden existir hombres sanos, solidarios, con principios y valores morales, trabajadores. Excepto, claro, desde la figura del padre.
Esteban (el hermano que muere repentinamente, muy joven) /cito/: “Esteban murió hace 6 años, estaba en una fiesta y cayó desplomado con un infarto. Nunca usó drogas, siempre cuidó la dieta y ni hablar del consumo de bebidas alcohólicas. Tuvo mala suerte” (Pág. 3). Más tarde muere Xavier, a quien se ha calificado como un caballero, un “hombre a la antigua”, el amigo, /cito/ un “hombre que cualquier mamá quisiera para su hija, pero el pobre está tan calificado que nadie cabe en el molde de la mujer que sería la mamá de sus hijos” (Pág. 17).

Podríamos decir tantas cosas…. y eso es lo que hace rica a la novela, por eso es que quiero resumirles lo que una especialista en análisis literario, Mariella Manrique, me comentó:

“La estructura tiene la fortaleza de ir aumentando la tensión hacia el clímax desde las acciones de la protagonista y la advertencia y lamentos de sus parientes; como un coro griego, la familia de Gabriela canta su desgracia y advierte su fatal destino por incumplir las normas sociales. Es la lucha de lo apolíneo (normas sociales) contra lo dionisíaco (eros y tánatos de la protagonista; más fuerte es su pulsión de muerte). Desde esta perspectiva se podría quizás argumentar que la novela tiene estructura de tragedia, salvando por supuesto las distancias: la tragedia es una obra teatral y tiene fases mucho más establecidas. Por eso pensamos que sería magnífico transformarla en un guión de cine.

En cuanto al tiempo, dado que se maneja principalmente en presente, el lector puede tener la sensación de que los hechos se están desarrollando y quizás la protagonista pudiera reivindicarse, salvarse de la tragedia; con todo, el pasado la ha golpeado demasiado profundamente y ha resquebrajado sus fundamentos (principios o valores morales/ sociales). En ese sentido, las historias de Julián y Max aparecen con el propósito de explicar el presente y sustentar el por qué del derrumbamiento de Gabriela.

Algo particular es que Celia, la sirvienta, vive la tragedia al igual que su ama: ella también queda excluida del grupo familiar y vive su vejez abandonada de todo lo que consideraba querido. Los padres de Gabriela la condenan al exilio del olvido: al final de la novela se establece un nuevo tiempo presente que anula la existencia misma de la protagonista. En este sentido también encuentro similitudes con la tragedia griega, donde el personaje protagónico es exiliado, apedreado, en fin, victimizado por la sociedad. Solo con este sacrificio la sociedad puede volver a su equilibrio y restablecer el confort, la calma.
Gabriela es el chivo expiatorio de una sociedad vacua”.

Finalmente Gabriela se libera y pasa a ser SUJETO, /cito/ “Al final del puerto estaba el yate de Pavareaux, se llamaba ‘la Chica’ (….) El yate estaba vacío, era un Sunseeker de 90 pies, lo había comprado en el 2007 y era su joya(…) Botella de Ron Zacapa abierta, cosas de comer en la mesa de la sala y la música a todo volumen (Pág. 167). “Gabriela iba soltando una a una las amarras de La Chica” (Pág. 168).

Es la salida que nos da la Literatura, el Arte, para nuestra propia liberación, por lo que tomo un comentario de Rosa Montero: “El arte es una herida hecha luz, decía Georges Braque. Necesitamos esa luz, no sólo los que escribimos o pintamos o componemos música, sino también los que leemos y vemos cuadros y escuchamos un concierto. Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable. Lo expresó muy bien Fernando Pessoa: ‘La literatura, como el arte en general, es la demostración de que la vida no basta’. No basta, no.” Por eso Rosa Montero redactó “La ridícula idea de no volver a verte” o Mariasol Pons “LA CHICA”.

Por eso la quiero compartir con ustedes.

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