24 abril, 2024

Guayaquil y las Fundaciones

Guayaquil, la eterna olvidada de los Gobiernos centrales y centralistas, se vio obligada buscar la justicia social, por sus propios medios. El pueblo guayaquileño, por la nula ayuda gubernamental lejana, sumida en pestes por ser puerto y zona tropical, debía atenderse por sí misma contra las epidemias de Fiebre amarilla, peste bubónica, cólera, paludismo, dengue, enfermedades tropicales, intestinales, etc., que diezmaban a su población y la ponía en peligro de epidemias mortales por la aparición de un caso de cualquiera de estas enfermedades.

Esto llamó a la creación de varias Instituciones y grupos de apoyo solidario a los más necesitados: la Sociedad de Beneficencia de Señoras, la Junta de Beneficencia de Guayaquil, LEA, SOLCA y miles de Fundaciones que tanto bien han hecho al país. Los guayaquileños son gente generosa y solidaria tanto por naturaleza como por necesidad. Lo he constatado muchas veces, cuando visito las Salas de madres que han dado a luz y están con sus hijos en alojamiento conjunto, y la que ya ha tenido hijos ayuda a la nueva madre e incluso le da de su propio seno para alivianar el sufrimiento de la madre primeriza y el llanto del hijo de ella. Esta solidaridad no se da porque la conozca, sino por ser vecina de cama. Las mujeres que tienen la suerte de no trabajar, buscan organizarse o adherirse a grupos o fundaciones de ayuda social, para poder servir a sus semejantes en cualquier forma.

Ahora entramos a una era diferente: El Gobierno considera un pecado la caridad y la ayuda social que no provenga del Gobierno, porque piensa que es una obligación gubernamental el atender a las necesidades del pueblo. Ecuador estaba lejos de los estándares mínimos requeridos por la sociedad y se ha tomado al toro por los cuernos, enfrentando esta injusticia social. Actitud loable y generosa, digna de aplauso y admiración. Esta actitud llevó además a luchar contra la creación de nuevas entidades de ayuda y ciertas pillerías minoritarias de algunos vivarachos que habían aprovechado de estas prebendas para sacar provecho propio y no para ayudar al necesitado.

Como siempre, al aplicar las restricciones, se castiga y se destruye, junto a los pocos vividores, a varias Instituciones que en verdad cumplían con la noble labor de ayuda social. ¿Un ejemplo? La Fundación CRECER, que recogía a los niños de la calle, les daba albergue, alimentación y ayudaba a su educación ha tenido que cerrar sus puertas. ¿A dónde irán ahora los niños de la calle? ¿Volverán a lo de antes? ¿A delinquir?

Me preocupa que, por el celo de querer dar todo lo que se debe dar, sin contar con los medios para ello, se caiga en la inoperancia y brindemos menos de lo que debemos dar. Lo perfecto es enemigo de lo óptimo. No borremos con el codo lo que hacemos con la mano. Midamos la ayuda que podemos dar y permitamos que otros grupos ayuden también. No cerremos la puerta a los que quieren el bienestar colectivo, antes bien, procuremos la solidaridad y la fraternidad entre los hermanos ecuatorianos.

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