24 abril, 2024

«En mi hambre mando yo»

Es el libro de Ramón Sonnenholozner, de 165 páginas que si bien para leerlas algunos poemas tienen diez palabras, u otros más; por su cortedad podrían estar entre los maravillosos Haikus de Piedad Romo Leroux de su libro Crepúsculos-pero en “otro tono”.

Y hablando de “tonos” los versos de Ramón Sonnenholzner son algo como los Salmos de una biblia de Siglo XXI, porque se los publica ahora, – pero son de todos los tiempos, ya que luego de leerlos, interpretarlos y sentirlos se exclama ¡Son la vida!

–En mi hambre mando yo- me atrevo a decir que vale la pena leerlo, para encontrar la infinidad de verdades humanas, desde las ternezas reconociendo el corazón de su madre como su “primer liturgio”- quien le enseñó a rezar y dormir- – hasta la rebelión de su espíritu en el reto de vivir, expresado entre sarcasmo e ironías de profundo humanismo sentencioso, del hombre excepcionalmente crítico, al de ciudadano común; cuando en uno de ellos, termina diciendo – Soy feliz en esta Patria… subyaciendo la realidad en ese “con infinito amor”. Leo y releo el libro y me exalto en el poema de una sola expresión, que la siento casi mía.

“Para vencer, crear!

Y Ramón Sonnenholzner es un vencedor, por creador: Solo hay que estar allá en “La Garza Roja”, para conocer al hombre múltiple e inverosímil que va desde la realidad, a la iconoclastia; entre gritos telúricos y ancestrales de ese centro temático-cultural, que no es sino una amalgama de todo lo que es él…

En mi hambre mando yo- es como decir- Déjenme pensar, déjenme sentir, déjenme decir y, sobre todo, -¡déjenme vivir! Aunque ya habla de hundirse en el limo del río Daule cuando se vaya.

Ironías, porque ya está hace tiempos hundido en el Río Daule y eternizado en él; mas ese día, será cuando cientos de garzas conmandados por los cientos de patos salvajes, ejecuten esa bella danza aérea entre las aguas y el cielo de ese paisaje, que me subyugó un día.

Luego de esa recepción en el Sánchez Aguilar:

Con la excepcional presentación que hiciera Marigloria Cornejo, junto al gran artista Hernán Zúñiga, recalcando el valor de la poesía de todos los tiempos; la lectura de páginas del libro por Ramón Barranco, acompañado con esos sones de misticismos del trombón del belga De Graeve y el violín mágico del magnífico Jorge Saade, acompañado al piano por Carlos Escudero, más el templar del arpa de Ernesto Guerra; todo ello sellado con las filosóficas expresiones de sentir profundo del valor del arte, la poesía y el hombre, de Elena Sper esposa del escritor…

Los cientos de asistentes al acto quedamos como nimbados.

Par mí, esa noche fue una noche de ternura:

-El niño a quien enseñé a leer, silabeando las primeras frases del libro de lectura, más de medio siglo atrás, hoy presentaba un libro, que lo leeré yo, su maestra; repasando las hojas de cada verso decantado en su espíritu.
Por eso en esta madrugada que escribo esta reseña leyendo y releyendo su libro, “mi vibra” se engrandece, ante lo que él me dijera un día, “no solo me enseñó a leer, me enseñó a vivir…

¡Gracias Ramón!

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1 comentario

  1. Con gran deleite he leido estas lineas de tanto contenido, emocional, Conozco a Lily de Arenas en mas de una oportunidad recibi sus consejos en Seminarios, , una maestra de maestras, y por merito propio, ella , no solo esta calificada sobradamente para dar credito a cada una de estas frases, sino que al conocer de la Obra , del dia a dia de Ramon, ella ha descrito en breves lineas la creacion inmensa que ha sido realizada por este hombre de emociones indescriptibles. Felicidad Ramón por este logro mas y felicidad a Lily por saberte parte uno de tus frutos. Aqui esta tu impronta.

    Miriam.

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