18 abril, 2024

¿Qué has aprendido? Un nuevo fin de año académico

Nacer significa salir de la oscuridad del útero materno a la luz de la vida social, de los rayos solares, de las luces de alegría, un nuevo comienzo de vida al terminar el período de gestación. Al finalizar una etapa de crecimiento comienza otra. Para los jóvenes que estudian este ciclo se repite cada año por muchos años.

Se termina la educación básica, comienza la media, el bachillerato, se termina este comienza la universidad, se termina esta, comienza los estudios especiales. Al finalizar la vida con la muerte, comienza la plenitud de la misma, la eternidad a la que hemos sido llamados, como no la hemos visualizado antes, como no la hemos conceptualizado qué mismo es mientras caminamos en esta tierra, no la pensamos, no sabemos cómo enfrentarla. Por ello, conviene reflexionar qué aprendemos cada año, pues cada día se muere una célula para que crezca el cuerpo, es ley de la vida, “camba todo cambia”.

¿Qué aprendemos cuando acaba un periódico académico? ¿los profesores hemos repetido lo mismo del año anterior? ¿hemos profundizado nuestra relación con los estudiantes, nos quieren, sienten que los estamos ayudando a crecer, a enfrentar la muerte, a superar conflictos, a tener las herramientas para producir, conocimiento, verdad, armonía, felicidad?

Querido Joven, en especial aquellos que están terminando su bachillerato, este nuevo fin de año que nos da la oportunidad de comenzar una nueva etapa de la vida: ¿tienes claras las ideas de los aprendizajes vitales que te ayudarán a enfrentar los retos, superar fracasos, fomentar sueños? Tus sueños y proyectos por los cuales te decidiste a estudiar a ganar el año por más que sea una obligación impuesta al principio por tus padres, regulado por el Gobierno Central y el Centro de estudios que eligieron. Pero es tu vida.

A los que están recién comenzando, a los que van caminando en las etapas inferiores e intermedias, tus padres esperan mucho de ti, ¿has caído en la cuenta? ¿cómo vas a responder para seguir creciendo? O ¿esperas que las cosas se den por sí sola sin tu esfuerzo? ¿has aprendido algo interesante que te ayude a llenar tu corazón de actitudes positivas ante la vida y despertar tu curiosidad para seguir forjando tu crecimiento e investigar por ti mismo? O ¿te cansas de esta vida que muchas veces se ríe a carcajadas y te invita a no crecer, no tomar decisiones y hacer los que otros hacen, imitar sin criticar los modelos vigentes de hombre y mujer que se venden en los medios o se imponen en las redes sociales?

Se atribuye a Jorge Luis Borges, lo que un hombre puede aprender después de muchos años de una vida reflexionada: “He aprendido que no puedo hacer que alguien me ame, sólo convertirme en alguien a quien se puede amar. El resto depende de los otros. He aprendido que se pueden requerir años para construir la confianza
y únicamente segundos para destruirla. He aprendido que lo que verdaderamente cuenta en la vida no son las cosas que tengo alrededor, sino las personas. He aprendido que no puedo compararme con lo mejor que hacen los demás, sino con lo mejor que puedo hacer yo. He aprendido que hay cosas que puedo hacer en un instante y que pueden ocasionar dolor toda una vida. He aprendido que es importante practicar para convertirme en la persona que yo quiero ser. He aprendido que lo más importante no es lo que me sucede, sino lo que hago al respecto”.

Al final, querido joven: ¿Qué has aprendido? ¿Qué deseas aprender?

PARA PENSAR

¿Qué produce el final un año escolar, una etapa de vida?
Describe tus sentimientos, pero no te quedes allí piensa, imagina tu futuro

¿Qué es lo que más te gusta del año que dejas?
Describe tus gustos pero no te quedes allí, haz una lista de las cosas útiles que aprendiste para la vida. Reflexiona con tus padres y profesores lo que necesitas

Completa con dos frases, imitando el aprendizaje de Jorge Luis Borges, he aprendido…

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Es de noche, la luna lo deja muy claro. Las luces de la ciudad indican el camino de vuelta a casa. Tú escuchas música en la radio mientras manejas. Suena una vieja canción, de repente te trasladas al momento donde esa canción cobró vida por primera vez y tu corazón te recuerda de un dolor que sentiste ayer.

Es de día, los primeros rayos de sol brillan sobre las calles desiertas mientras te diriges al trabajo. Estás pensando en las tareas que tienes previstas para aquel día, cuando un penetrante olor interrumpe tus pensamientos y no sabes por qué, pero te acuerdas de tus días de verano cuando ibas con tu padre a comprar el pan recién salido del horno.

Estas aparentes casualidades se explican gracias a lo que los programadores neurolingüísticos denominan “anclas”. Un ancla es un estímulo de cualquier tipo: visual, auditivo, olfativo, de tacto o de gusto, que genera un estado interno. En otras palabras, es la asociación automática entre un estímulo y una respuesta emocional.

El miedo a morir

Creo que todos, en algún momento, hemos tenido miedo a morir. Creo que también, si meditamos en ello, tuvimos miedo a vivir.

De acuerdo con San Pablo, nosotros somos carne, cuerpo y alma. O dicho de modo más humano, cuerpo, espíritu y alma. La carne (el cuerpo), es la morada terrenal de nuestra alma, la cual viene de Dios y tendrá que regresar a Él. El cuerpo (el espíritu) es el que nos mueve, el que nos hace actuar, el que contacta con los otros cuerpos (espíritus), por medio del cual cumplimos nuestra obligación en el paso por la tierra de servir y amar a los que Dios pone a nuestro alcance. Él es el que, en la hora de la resurrección, volverá a la vida, para gozar de la vida eterna. El alma nuestra es de Dios. Vive desde el comienzo de la creación y luego de cumplida su misión en el paso por la tierra, regresa a Dios y goza de su presencia.

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