19 abril, 2024

Sobre la participación de Guayaquil

Escribo éstas breves palabras, no solo para celebrar, admirar y agradecer la justa indignación, con las que, como verdadero guayaquileño Guillermo Arosemena, enfrenta y seguirá enfrentando la eterna actitud de algunos historiadores quiteños y otros, que tienden a minimizar la participación de Guayaquil en la gesta de la independencia del Ecuador que culminó en Pichincha el 24 de mayo de 1822.

Por mi parte, después de tantos años de sufrir tanta mezquindad, he llegado a la conclusión es inútil toda argumentación por que es intentarlo con oídos sordos y negados para todo lo que históricamente ocupan el lugar que ellos desean para su terruño. Lo que necesitan es leer documentos y escuchar voces, que no pueden ignorar so pena de aparecer como tales, que desde el fondo de nuestra historia, espeten a su magín verdades irrefutables.

José Joaquín de Olmedo, el más grande prócer de la libertad ecuatoriana, artífice de nuestro país libre, independiente, digno y democrático, quien “legítimamente gobernó un jirón del territorio nacional independizado” (Aurelio Espinoza Pólit), al enterarse del triunfo de Pichincha mediante los partes de batalla de los generales vencedores, Sucre y Santa Cruz, que le enviaron por ser él quien representaba la autoridad civil responsable de la gesta, lanzó al pueblo guayaquileño una proclama que dice así:

“Guayaquileños: Quito ya es libre: vuestros votos están cumplidos: la Provincia os lleva por la mano al templo de la Paz, a recoger los frutos de vuestra confianza y vuestros sacrificios (…) En vuestra sola felicidad está el premio que hemos sufrido por la Patria (…) Sed moderados y virtuosos; vivid siempre cordialmente unidos y seréis siempre libres y felices” (Semanario El Patriota de Guayaquil, de los días 5 y 8 de junio de 1822). Esta es la lejana voz de Olmedo que les grita una verdad histórica que por muchos esfuerzos que hagan, jamás podrán borrar.

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He tratado con vehemencia de cambiar mi actitud hacia el gobierno, con la convicción de que somos seres racionales, y que conversando podríamos llegar a acuerdos en beneficio del futuro y del progreso de los habitantes del país, sin embargo, creo que mis pequeñas aspiraciones, están cada vez más lejos de cristalizarse, y más bien, mis antiguos temores, de la implantación de un régimen autoritario con una gula de poder insaciable, están latentes y cada día más vigentes en Ecuador.

Mis padres me enseñaron, que más valor que la firma en un documento, lo tiene la palabra con la cual se pacta una negociación o un ofrecimiento; lamentablemente en nuestros días, estas viejas buenas costumbres ya no sirven para nada, sino para recordar, como nuestros abuelos cerraban como caballeros sus transacciones.

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  1. Señor:

    Soy guayaquileño… pero no soy ciego. Tuve la suerte de que mis padres salieran del país, y me formé en el exterior. Tanto la lógica de vida que aprendí de mis padres como la distancia que pude poner me enseñaron a ser más objetivo con mis patrias: la chica y la grande, pero más crítico aún con gente en particular, que no puede ver más allá de sus narices.

    He leído muchas discusiones aquí y he tenido la suerte de revisar publicaciones históricas y de ciencias sociales en España, en Francia, en Argentina, en Perú y Colombia, como curioso que soy de estos temas. Por un lado, los análisis de los estudiosos extranjeros (con excepción de algún mal informado mexicano) tienden siempre a o mismo: la independencia de Ecuador comenzó el 10 de agosto de 1809 y se concretó el 24 de mayo de 1822. Todos los acontecimientos intermedios son importantes, todos, sólo que algunos tienen mayor relevancia, como las batallas ganadas y perdidas al subir por la cordillera, pero las manifestaciones intermedias de mayor importancia son sin duda la del 9 de octubre de 1820 y las que le siguieron en noviembre: fueron el principio del fin…, pero no fueron el principio.

    El absurdo de los aficionados a la historia guayaquileños es que compiten con Quito, como si fueran muchachos, en que el 9 de Octubre es lo que no es, lo mismo que el 10 de Agosto.

    Los documentos de esas fechas que siguen apareciendo van confirmando lo antes dicho… y lo seguirán haciendo.

    De una cosa que sí tengo la certeza es de que ustedes, por más que reviva el mismo Olmedo y les cuente la plena, no van a aceptarla.

  2. José Antonio – deseo expresar mi acuerdo con tu apreciación de no insistir en enfrentar la historia con el perjuicio, los hechos con las fábulas, y la razón con el odio. El guayaquileño profundo, aquél que siente una genuina querencia por las características que nos dan una singular identidad de tolerancia, libertad y emprendimiento, reconoce quien es Olmedo; quiénes son los que le acompañaron y arriesgaron vida,familia y propiedad; los que tuvieron el primer asomo de conciencia de nación; y sus descendientes que han tenido que soportar por dos siglos las arremetidas constantes de los coprófagos que quisieran borrar esta consciencia del mapa. La mejor respuesta la siguen dando personas como tú y como Guillermo,por lo que se hacen permanentemente acreedores de nuestro respeto y gratitud. Abrazo cordial ——-

  3. Es importante que todos los verdaderos historiadores, se unan antes de que se cumplan los 200 años de nuestra verdadera libertad. Y se de a conocer al mundo que fueron heroes costeños los que subieron la cordillera, para liberar una ciudad, amancebada al dominio de los realistas.
    En este mundo digital, deben mostrarse los documentos a las nuevas generaciones, de un solapado priemer grito de independencia, y de la verdadera aurora gloriosa.
    Viva Guayaquil.

  4. Entre 1996 y 2006 tuve la suerte de compartir con José Antonio la reapertura, organización y despegue del Archivo Histórico del Guayas (AHG). Había permanecido semi paralizado por muchos años, desde la renuncia de Julio Estrada Icaza. Hubo intento de llevárselo a Quito. José Antonio, que por edad, debía estar jubilado, se dedicó a producir decenas de libros, capacitar en historia a profesores fiscales, organizar conferencias y mesas redondas.
    Durante esos años pude darme cuenta de que en el AHG existe un inmenso repositorio de documentos sobre la historia de Guayaquil. José Antonio consiguió incrementar el fondo con la donación de libros y publicaciones. Mi amistad con Cecilia Estrada Sola, hija de Julio Estrada y muy estudiosa de la historia, me permitió solicitarle donar todos los informes del Ministro de Hacienda del siglo XIX. Personalmente doné copias Xerox de todos los debates económicos del Congreso durante el siglo XIX y la correspondencia comercial de Ildefonso Coronel & Hijos, uno de los más grandes empresarios guayaquileños de mitad del siglo XIX.
    Hago esta larga explicación para levantar el interés del lector por la historia de Guayaquil. Lamentablemente hay muy pocos guayaquileños interesados en nuestra historia y no debe ser así. Se requiere investigar para conocer la verdadera historia de numerosos episodios del pasado, que han sido manipulados. El espíritu fenicio guayaquileño ha impedido tener más personas dedicadas a la historia

  5. ESTIMADO DOCTOR GÓMEZ ITURRALDE, MUY BUENOS DÍAS, DISCULPE, QUIERO COMUNICARME CON USTED PARA SOLICITARLE UNA ENTREVISTA PARA MAÑANA 10H00 SOBRE EL TEMA GUAYAQUIL INDEPENDIENTE(TENÍA MONEDA, BANDERA Y PERSIDENTE)VAMOS DONDE USTED NOS DIGA. SALUDOS CORDIALES
    ANDREA LAGE TUTIVEN. COORDINADORA GENERAL DE NOTICIAS- CANAL UNO- 0994124184-2680200 EXT 2102.

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