28 marzo, 2024

“Barajando los años bajo la frescura del verde limón”

El advenimiento de cada nuevo año nos da la oportunidad de reflexionar
y plantearnos caminos a seguir, con ilusión y nuevos bríos. Observar
nuestra realidad circundante para reubicarnos y tomar posiciones dentro
de ésta.

Este 2013 se me ocurre un año venturoso, donde no podemos evitar
seguir construyendo nuestra historia, no cualquiera sino ‘la nuestra’,
donde las instituciones juegan un papel muy delicado por su importancia
y responsabilidad social, y donde también la ciudadanía participa
activamente en este proceso, cada vez más.

Para la consolidación de una conciencia histórica es importante tener en
cuenta que “las recetas de la cultura no son coyunturales ni sirven sólo a
una raza o un pueblo; la herencia cultural arma a los hombres frente a las
condiciones de su existencia, vengan ellos de donde vengan1.

Analizar arte, y con ello incluyo la cultura material que ha llegado hasta
nosotros desde las sociedades prehispánicas hasta las contemporáneas,
implica arribar a calidades estéticas y comunicativas de esta actividad
humana dentro del contexto social que lo motivó y/o promovió,
consciente o inconscientemente.

Las expresiones artísticas son un
componente de la cultura de la sociedad que las genera; éstas reflejan
conceptos y transmiten valores e intereses de los sustratos económicos y
sociales en un espacio y tiempo (opcit).

Por ello, hoy en día es imperativo investigar institucionalmente desde
una museología contextual, que desarrolle el patrimonio investigando
los repositorios con sus colecciones, no desde los objetos sino de lo que
hay detrás de éstos. Esa es la clave para esclarecer modos de vida de
sociedades pretéritas, reconstruyéndolas desde la relaciones contextuales
de los objetos culturales, que visibilizan las excavaciones científicas, y el
estudio de los acervos que custodian las instituciones, para difundir al
público procesos históricos concretos.

Estudiantes y público en general necesitan visitar sus instituciones
culturales, sean éstas Museos, Bibliotecas y Archivos Históricos para
conocer su propia historia y reconstruir su memoria; los investigadores
conocen sus fortalezas y se nutren permanentemente de la gestión
documental y restos de cultura material concreta en la elaboración de
los nuevos conocimientos a los que arriban y, dentro del mismo proceso
de la museología contextual, transfieren sus aportes a los repositorios
institucionales enriqueciendo su gestión documental, desplazando así el
centro de gravedad desde ‘bienes coleccionables’ al conocimiento social y
a la apropiación del patrimonio 2.

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¿Por qué hay que leer el Quijote?

Si escribo esto es por liberarme de alguna manera de esa visión real, nada ficticia y cada vez más habitual, de jóvenes y no tan jóvenes paseando por la calle, o bien estacionados mientras esperan un medio de transporte, o sentados junto a otros comensales, y qué sé yo cuantas otras muchas situaciones, impregnados del mundo virtual de un aparato, que por supuesto su utilización y aprovechamiento goza de muchas ventajas, no seré yo quien vaya a negarlas, pero también es cierto que priva de la comunicación real, cara a cara, mirándose a los ojos, y de ese tiempo de ocio que antes ocupábamos en la lectura. En esto último quería entretenerme hoy un ratito.

Quiero decir con ello que la gente más joven ya no lee?, por supuesto que no. Estoy segura que son muchos los que lo hacen, aunque también sé que no son pocos los que responden que comparado con otros entretenimientos, la lectura les resulta aburrida, que hay palabras que desconocen su significado, que mejor matar el tiempo con una tableta o un teléfono inteligente. Por eso he utilizado una obra de Cervantes, como el Quijote, para de alguna manera, colaborar en que no se pierda el hábito de leer un libro y lo quiero razonar de alguna manera.

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