24 abril, 2024

El renacuajo paseador

RiN rIn ReNaCuAjO

Voy a presentar por unas semanas, una serie de cuentos infantiles en verso de un poeta colombiano del cual ya hemos hablado antes, Rafael Pombo. Veamos ahora la triste historia del Renacuajo paseador:

El renacuajo paseador
Rafael Pombo

El hijo de rana, Rinrín Renacuajo
salió esta mañana muy tieso y muy majo
con pantalón corto, corbata a la moda
sombrero encintado y chupa de boda.
– ¡Muchacho, no salgas! – le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.

Halló en el camino, a un ratón vecino
que le dijo: -¡amigo!- venga usted conmigo.
Visitemos juntos a doña ratona
habrá francachela y habrá comilona.

A poco llegaron, y avanza ratón,
estírase el cuello, coge el aldabón,
da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?

-Yo doña ratona, beso a usted los pies
¿Está usted en casa? -Sí señor sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.

Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
Mi amigo, el de verde, rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor.

Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora a traer la guitarra
y a renacuajito le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.

-¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.

Lo siento infinito, – responde tía rata,-
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.

Mas estando en esta brillante función
de baile, cerveza, guitarra y canción,
la gata y sus gatos salvan el umbral,
y vuélvese aquello el juicio final.

Doña gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: ¡Hola!
y los niños gatos a la vieja rata
uno por la pata y otro por la cola.

Don Renacuajito mirando este asalto
tomó su sombrero, dio un tremendo salto
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos noches muy felices.

Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.

Y así concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y Ratona, y el Rana después;
los gatos comieron, el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!

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A Margarita Debayle

Ya hemos hablado de Rubén Darío. Ahora quiero presentar una poesía de él que es un tierno cuento infantil, que vale la pena recordar.

Margarita Debayle Sacasa de Pallais, nació el 4 de julio de 1900 en León, Nicaragua. Fue hija del Dr. Louis Henri Debayle, conocido como “el Sabio Debayle”, un importante Médico nicaragüense que estudió en París, Francia, y regresó a Nicaragua con una máquina de Rayos X, que lo ayudó a dar diagnósticos certeros que le valieron su apodo. Su madre, Doña Casimira Sacasa Sacasa de Debayle fue hija del Presidente de Nicaragua en esa época, Roberto Sacasa y Sarría y hermana del posterior Presidente, Juan Bautista Sacasa y ligada por lazos familiares con la mayoría de las familias de rancia aristocracia de León, la segunda Ciudad más importante de Nicaragua.

El Doctor Debayle fue el Médico de cabecera de Rubén Darío y en 1906 fue invitado a la casa de verano de la familia Debayle Sacasa en la paradisíaca Isla del Cordón. Fue allí, en una tarde, cerca de la playa, que sentado en una roca, Darío escribió esta hermosa poesía a la entonces niña Margarita, quien le había pedido que le escribiera un cuento en verso.

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