16 abril, 2024

¡Estafa académica!

Confieso que la primera vez que escuché esta aseveración por parte de los
ejecutivos encargados del seguimiento y evaluación de los procesos educativos
superiores en el Ecuador me pareció exagerada y hasta insultante. Hoy, y en
muchos casos, debo admitir que tiene su razón de ser en la casi inoperante
preparación que muchas universidades, escuelas y colegios han desarrollado en
quienes confiaron a sus hijos e hijas como alumnos.

Pero el asunto es aún peor… pues estos jóvenes, preparados para el siglo
diecinueve y no para el actual, son conscientes –algunos me lo han expresado- de
lo tragicómico de su preparación cuando se le permitía en las escuelas y colegios
–muchos de ellos fiscales pero también particulares-, hacer lo que les daba la
gana, presentar cualquier trabajo y ganarse la máxima nota, o lo que es peor,
irrespetar a la autoridad constantemente, sin dejar de anotar, el enciclopedismo, la
exagerada memorización, la repetición insulsa de los temas y el predominio de lo
cognitivo sobre lo procedimental y lo actitudinal.

Ahora, muchos de ellos no pueden, al salir del colegio, aprobar las pruebas que
los organismos públicos que controlan hoy por hoy a la educación superior, les
hacen…

En otros casos, son profesionales, graduados de médicos, abogados, ingenieros,
entre otras carreras, cuya preparación no les permite competir en igualdad de
condiciones por un puesto de trabajo y se sienten lógicamente “estafados” en la
oferta educativa del centro superior al cual acudieron.

Como docente de los primeros años universitarios vivo cotidianamente la angustia
de los jóvenes. En especial muchos de los colegios de provincias y algunos de
los más “encopetados” de nuestra ciudad que han graduado estudiantes que no
saben leer –apenas de manera textual-, que procesan muy mal la información que
logran memorizar, que son incapaces de hacer un análisis y peor una síntesis,
que abstraen con gran dificultad, que como no saben establecer relaciones
conceptuales tampoco pueden elaborar y entender analogías, jóvenes cuya
comunicación es tan pobre que prefieren no hablar y con una supina carencia
de los procesos de argumentación y de lógica argumentativa. Añádale, por
supuesto, otros tantos vicios “aprendidos” como filtros mentales tal cual la
soberbia intelectual, la polarización de la mente, el egocentrismo, entre otros, y
tenemos configurada la famosa “estafa académica” de la cual hablan los zares
gubernamentales de la educación superior.

¿Culpables?

Universidades alejadas de la realidad de las instituciones educativas secundarias,
colegios que apenas se fijan en los requerimientos de los centros superiores,
autoridades cuyo trabajo ha sido “supervisar” y se han hecho de la “vista gorda”,
académicos universitarios que por comodidad han seguido con programas

desfasados y anticuados, padres de familia que no han sabido asesorarse y
no han hecho uso del natural proceso de rendición de cuentas para exigir sus
derechos, estudiantes que se han “adaptado” sin protestar a los docentes vagos
y poco preparados, entre otros factores… Lo cierto es que el problema es real y
aquí lo tenemos… ¿qué hacemos?

Para comenzar, aceptemos sin dilaciones que, aunque no nos guste, no estamos
bien, y debemos mejorar, nos dolerá, es más… ¡nos está doliendo en el punto
más delicado… nuestros jóvenes!, pero… ¿qué futuro podemos tener si lo más
preciado y delicado del presente, los cerebros de niños y jóvenes han sido tan
mal tratados?. En posteriores entregas esbozaré mis personales sugerencias para
mejorar lo acontecido…

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Siempre me ha parecido correcto “pensar en otros puntos de vista” como acostumbraba a decir Margarita Amestoy, pues en ello se empeña la justicia y en gran medida la reflexión ética de quien juzga, de quien evalúa… en resumidas cuentas. Si no tomamos en cuenta, además, el punto de vista de los profesores fiscales de la UNE para entender holísticamente el problema es probable que culminemos sesgados en nuestros criterios, lo cual también, es poco deseable… ¿verdad?

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No hay comentarios

  1. Estoy muy de acuerdo, Dr. Briones, pero no todo es culpa de escuelas y colegios. Segun tengo conocimiento, estoy obligada por ley a realizar examenes en los que el alumno mas dejado pueda alcanzar el 14; caificacion que para mi es sinomino de mediocridad; pero si no lo hago puedo ser denunciada a Direccion de Estudios.
    La ley de educacion se contradice al querer excelencia academica universitaria, pero obligando a una mediocridad escolar en escuelas y colegios.
    Gracias.

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