24 abril, 2024

¿Dónde estamos los católicos?

Yo tengo claro que no se puede separar fe y vida. He comprendido que los seres somos orgánicos, integrales y que nuestros valores y espiritualidad deben estar presentes en todos los aspectos de nuestra vida (escribí antes sobre la coherencia).

Hace algunos años entre algunos amigos católicos formamos un grupo que buscaba participar en la política siguiendo los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia. Queríamos una sociedad mejor, más justa, más equitativa, que diera oportunidades a todos. Queríamos pensar en dirigentes políticos más éticos, más honestos….. cristianos.

Sin embargo en los últimos años ante la polaridad política que vivimos y ante el rol que algunos miembros de la Iglesia Católica han adoptado frente al poder político del Ecuador me he cuestionado.

Esta última semana Benedicto XXVI ha visitado Cuba. Los opositores al gobierno cubano seguros de contar con la bendición de su santidad le pidieron audiencia, la misma que este denegó. El papa se ha resistido a que se utilice su figura a favor o en contra del gobierno cubano; ha sido muy cuidadoso con los términos utilizados en sus intervenciones intentando no entrar en polémica. Sabe bien que en los últimos años la iglesia Católica ha crecido y ganado mucho espacio en la isla. Que los fieles cubanos antes reprimidos y hasta perseguidos ahora pueden profesar su fe (en un país en el que no hay libertad). Todos los comunicados han insistido en que esta es una visita solamente con fines pastorales.

Volviendo a mi país pienso que los católicos y nuestros pastores podríamos aprender de su Santidad y tomar distancia de la pasión política que todos llevamos dentro. Analizar cada situación y hacer observaciones y críticas que nos ayuden a todos como sociedad y a cada ciudadano, en lugar de actuar como si se tratase de una lucha de poder, jamás atrincherarnos. Distinguir bien a los grupos políticos o económicos que nos quieren utilizar en su beneficio y no prestarnos para el proselitismo político aunque quien nos lo proponga sea considerado un ciudadano cristiano comprometido.

Como comunicadora he trabajado con la credibilidad de las personas e instituciones. Los he asesorado para que cuiden la que tienen o recuperen la perdida. La credibilidad se gana cuidando las declaraciones, cuidando los detalles y viviendo conforme a lo que se expresa. Guardando un equilibrio y manteniendo la misma postura en el tiempo. Cuando hablo de cuidar las declaraciones me refiero también a limitarse al área de dominio y resistir la tentación de inmiscuirse en otras áreas con la justificación de la “buena fe” o con la justificación de que la religión debe abarcar todos los aspectos de nuestra vida.

Quisiera que los católicos ecuatorianos que están en el poder político o económico dejen ver con sus acciones a la doctrina social de la iglesia. Que hagan vida su fe y que transformen sus entornos. Que se pueda hablar de instituciones católicas, aunque estas tengan fines de lucro. No está reñido el lucro con la justicia y el desarrollo. Pero como toda decisión que implica algún sacrificio económico hace falta decisión, una decisión personal intima que luego se manifieste en acciones concretas.

Qué les parece mi propuesta?

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¿Nos creerán tontos?

El Código Penal vigente para los ecuatorianos, pero no para la fiscalía (¿serán extranjeros?) establece un delito en el Capítulo VI que se denomina “El prevaricato” especialmente los numerales 4 y 5 que establecen: “Los empleados públicos de cualquier clase que ejerciendo alguna autoridad judicial, gubernativa o administrativa por interés personal, afecto o desafecto a alguna personas…!

Y el 5 “los demás empleados, oficiales y curiales que, por cualquiera de las causas mencionadas en el numeral primero, abusando dolosamente de sus funciones, perjudicando a la causa pública o a alguna persona…”

El adulterio

En 1983, el Plenario de la Honorable Cámara Nacional de Representantes, derogó del Titulo VII del Código Penal ecuatoriano, todo el Capítulo I concerniente al adulterio. Es interesante conocer que, hasta esa fecha, el adulterio era considerado un delito en el Ecuador, reprimido con prisión de seis meses a dos años: “a la mujer que cometiere adulterio; a el correo de la mujer adúltera; a el marido cuando tuviere manceba dentro o fuera de la casa conyugal; y, a la manceba del marido”.

Sin embargo, el artículo siguiente decía que no podía: “el marido proponer acción de adulterio contra su mujer si ha consentido en el trato ilícito de ésta con el adúltero; o si, voluntaria y arbitrariamente, ha separado de su lado a su mujer, o la ha abandonado”.

Seguramente en aquella época los honorables legisladores debieron tener sus fundamentadas razones para que el adulterio ya no sea un delito y dejarlo únicamente como una mera causal de divorcio según el Código Civil; el cual por cierto, es difícil de comprobar, pues sólo puede estar sujeto a prueba conjetural, que debe apreciarla el Juez tomando en cuenta las presunciones graves, precisas y concordantes que aparezcan en el proceso.

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  1. Totalmente de acuerdo Mónica, al pan pan y al vino vino, no se puede servir a dos señores, o con Dios Padre o con el malvado, que importante es imprimir en la vida diaria de los Católicos la lucha por la verdadera justicia que trae la Paz, desprendiendonos de lo material que parece es lo que nos ha invadido la mente a los católicos, incapaces en el templo a veces de expresarle al Señor que lo amamos de verdad y que no vamos sólo como sepulcros blanqueados, dispuestos a hacer de nuestra vida diaria un ejemplo para nuestros propios hijos, para quienes trabajan con nosotros, para quienes dependen de nosotros económicamente a través de un empleo, como decía San Pablo ‘ya no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mí’, enfrentemos ese reto en este tiempo en el cual parecería que estamos como ovejas sin Pastor, gracias por tus editoriales sin hipocresía y escritos con respeto para todos

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