18 abril, 2024

Óperas que fracasaron en su debut – V: Madama Butterfly

Giacomo Antonio Domenico Michel Secondo Maria Puccini – Pintor de la insatisfacción, de los deseos imposibles.- Puccini,”, fue básicamente un hombre de teatro “Dios Todopoderoso me toco con su pequeño dedo y me ordenó ‘¡Escribe para el teatro, sólo para el teatro!’ Y yo he obedecido ese supremo mandato divino” dijo Puccini poco antes de morir. Nace en Lucca, Toscana, literalmente bajo la sombra de Verdi el 22 de diciembre de 1.858. Exactamente 50 años después de la memorable noche en Viena en que Bethoveen estrenaba la Quinta y Sexta Sinfonía, el Concierto de Piano No. 4 y otras importantes obras en un concierto de cuatro horas.

Puccini fue el último de una línea de cinco generaciones de músicos respetados. Desde 1.712 existían músicos Puccini en Lucca. Cuando tenía 5 años muere su padre. No fue un buen estudiante, uno de sus profesores escribió a la familia indicando que “solo asistía a las clases para calentar el asiento de sus pantalones” A los 17 años va a una representación de Aída y decide su destino. “Cuando descubrí Aída en Pisa sentí que una ventana musical acababa de abrirse para mi” Ingresó en el Conservatorio de Milán (el mismo que rechazó a Verdi) gracias a una beca concedida por la reina Margarita de Saboya donde estudió con Amilcare Ponchielli autor de La Gioconda.

En 1.883 se gradúa y rescribe su primera ópera Le Vili. Estrenada en el Teatro dal Verme de Milán, tiene éxito y Verdi la admira. “Llegué al teatro con cuarenta céntimos en el bolsillo, todo mi capital, y vestido con el único traje que poseía. Cuatro días más tarde Giulio Ricordi compró la opera y me entregó el primer billete de mil liras de mi vida”. Edgar (1.889) no tuvo éxito y es con Manon Lescaut en 1.893 que despega la personalidad creativa de Puccini. Sus óperas a partir de Manon por su realzada condición emocional tienen un rasgo muy característico del verismo. Todo el talento de Puccini luce esplendoroso en La Boheme, su primer éxito, una pieza más delicada y sentimental, y en su mayor parte de un estilo locuaz y despreocupado pero con una escena final hondamente conmovedora. Es su ópera más popular.

“Llegaron a decir que La Boheme bajaría de cartel antes de terminar la temporada. Yo, que puse en ella toda mi alma, que la ame ilimitadamente y que quise a sus criaturas más de lo que sé decir, volví a mi hotel transido de dolor. Había en mi tristeza, melancolía, ganas de llorar…Pasé una noche muy desdichada”

El tenor Dominicis dejó constancia de una curiosa escena ocurrida en Montecarlo: una representación de La Boheme teniendo a Puccini a lado:

“…él reía y se divertía con las escenas de los Bohemios, como si las viera por primera vez. y le conmovían las escenas de Mimí, de manera tal que yo no lo perdía de vista un momento veía en su cara el dolor, como si aquello fuera real, y sus ojos se humedecían demostrando un verdadero sufrimiento. En una de las escenas del último acto me dijo: « ¡y pensar que una criatura tan buena tenga que morir!…».

Confieso que aquellas palabras me hicieron una impresión profunda y lo miré con más insistencia para no perder el más pequeño movimiento de aquella cara, que denotaba el verdadero sufrimiento de su alma, mientras yo pensaba si era posible que ese hombre, espectador forzoso, tantas veces, de aquella ópera que era además criatura suya, pudiera compenetrarse hasta ese punto ¬ máxime cuando no era una interpretación de grandes artistas, y el tenor, sobre todo, le hizo hacer en más de una ocasión un comentario jocoso…”.

Si Manon Y Boheme suponen una fuerte toma de contacto con las corrientes del verismo, la siguiente – Tosca (1.900) – caerá de lleno dentro de esta tendencia. La violencia presente en la acción, la oscura profundidad de los sentimientos, el desarrollo dramático y una música de matices nuevos y refinados en constante empleo del leitmotiv constituyen las principales connotaciones estilísticas de estas obras. Puccini logró una fluidez y expresividad aún mayor en el uso de esta ultima técnica en Madame Butterfly (1.904). La Fanciulla del West (1.910) conjuga las técnicas del impresionismo francés con los ritmos y melodías del Far-West. Fue estrenada en el Metropolitano de Nueva York con un reparto de máximo nivel: Enrico Caruso, Emmy Destin y Pascuales Amato.

En esta época Puccini se vio envuelto en una tragedia: Doria Manfredi, joven sirvienta de Torre de Lago, enamorada platónicamente del compositor, fue objeto de los celos de Elvira Puccini quien la despidió y colmó de calumnias provocando un escándalo que llevó a la joven mujer al suicidio y a Elvira a los tribunales. Exámenes post-morten probaron la virginidad de Doria. Este suceso afectó profundamente la sensibilidad de Puccini, su relación con su esposa y su trabajo creativo

En 1917 compone La Rondine opereta sin demasiado éxito. Luego compuso El Tríptico (1.918) estrenada también en el Metropolitano. Es una trilogía compuesta por: un drama sórdido – Il Tabarro – , una tragedia sentimental – Suor Angelica – , y una comedia – Gianni Schicchi – . Su última obra Turandot fue terminada por Alfano por la muerte de Puccini, en 1.924. Es una “gran ópera”. Estrenada el 25 de abril de 1.926 en La Scala de Milán con la dirección de Arturo Toscanini y con el tenor español Miguel Fleta como Calaf. Existen varias anécdotas del día del estreno: En primer lugar, que el dictador Mussolini rechazó estar presente en él pues Toscanini se negó a interpretar primero el himno fascista “Giovinezza”; además, cuando la obra llegó hasta el coro “Liù …Bontà!”, el director dejó la batuta y volviéndose al público dijo: “Aquí concluye la ópera, porque en este punto murió el maestro” y dio por terminada la representación sin la parte final de Alfano que tuvo que esperar hasta el día siguiente.

Puccini se describió él mismo como: “Un poderoso cazador de perdices salvajes, libretos de opera y mujeres atractivas”. Puccini no fue un innovador, y como compositor no fue controversial; fue un agradable y sobresaliente melodista cuyas otras habilidades composicionales salen a relucir directamente en los materiales dramáticos frente a él: acción en la escena, sentimientos impulsivos, y a veces exageradas expresiones.

El día 29 de Noviembre de 1924 Puccini, fumador compulsivo, muere en Bruselas, adonde había ido para que se le practicara una operación en la garganta por el cáncer que sufría.

Las heroínas de Puccini. El eje a través del cual gira el mundo imaginario de las óperas de Puccini es la mujer enamorada, una heroína cuya existencia se consume en la devoción ilimitada hacia el ser amado. A través de estos seres fruto de su fantasía, dio vida Puccini a una serie de estrechos vínculos que estaban ausentes en su mundo real. Manon, Mimí, Tosca, Cio-Cio-San, Angélica, Liu… Éstos fueron sus ver¬daderos amores. Según su propia confesión, lloraba de nostalgia, ter¬nura y pena mientras componía la música que había de acompañarlas. Con todo, la heroína pucciniana es una mujer que, en virtud de su pro¬pia devoción, acumula sin darse cuenta una pesada carga de culpa que debe expiar con un lento sufrir. Criaturas delicadas y frágiles, con un matiz de mujer-niña, son mujercitas que no saben más que sufrir y amar.

El Dilema Pucciniano. Muchos críticos, compositores e historiadores musicales actuales han despreciado a Puccini tildándolo de no poseer arte, y han respaldado sus comentarios y críticas con argumentos sólidos sobre su técnica composicional, el contenido y la naturaleza de sus libretos, a pesar de que sus óperas han estado por años en el repertorio. Esto es raro en la música porque lo contrario es lo usual, que una opera fracase al inicio y luego se consolide en el repertorio. Pero, a Puccini se lo ataca ahora cuando sus óperas (con excepción de Butterfly), desde el inicio han sido un gran éxito y continuamente se presentan

Harold Schomberg (crítico musical del New York Times por muchos años) dice:

“Las óperas de Puccini pueden ser “naives” y músicos las han acusado de apelar a los más bajos instintos de los oyentes. No es motivo de discusión el que algunas óperas de Puccini son realmente lacrimosas y brutalmente dramáticas. Aquellos que consideran a la opera como un instrumento de superación del espíritu las rechazan sin apelación”.

El compositor Arnold Schonberg expresa: “Existen medios elevados y otros de bajo nivel en la expresión artística. Incidentes reales y violentos, como por ejemplo la escena de tortura en el segundo acto de Tosca que son indiscutiblemente efectivos, no deben ser usados por un artista porque ellos son de mal gusto y asequibles a todo el mundo”.

El compositor inglés Benjamín Britten dice: “Me enferma el mal gusto y el vacío de la música de Puccini”.

Joseph Kermann:

“Mientras más uno conoce los verdaderos logros en el arte de la opera, más claramente se reconoce la extensión del fracaso de Puccini como compositor de opera, o más correctamente la trivialidad de sus intentos. Tosca, por ejemplo, es consistentemente un ejemplo de banalidad creativa. Es casi imposible de creer que una opera así se haya vuelto una favorita del público. Tosca es una obra de impacto mal realizada”

Si esto es así y lo hemos escuchado de gente de mucho talento ¿Por qué me voy a detener en hablarles sobre Madame Butterfly? Sencillamente porque en lo personal, me fascinan Boheme, Tosca y Butterfly, tal como me fascina Mefistófeles de Boito que para los mismos críticos es un desastre. Llámenme simple, barato, ignorante, de mal gusto, lo que quieran, puedo vivir con ello, pero soy un fanático de Puccini y no puedo vivir sin sus óperas.

Si las melodías “dulzonas” de Boheme, Butterfly o Tosca, sus melodramáticos duetos, algunas escenas sadomasoquistas de tortura e intento de violación no rompe sus corazones y los hace llorar como idiotas, entonces:

• Ustedes, lectores, son demasiado inteligentes para el resto de nosotros
• Su sofisticación se ha desarrollado a un punto que no les permite apreciar las cosas simples de la vida como un buen cebiche, el beso baboso de un niño, un gol magníficamente logrado o un paseo por el Cerrito del Carmen
• Ya no tienen capacidad para sencillamente olvidarse de las cosas y pasar un tiempo agradable.

A los “entendidos” y críticos de Puccini les digo: ¡Ya basta! Recordemos que la opera ha sido en Italia un entretenimiento popular y por ello la ópera de Puccini es un arte popular. No necesariamente tiene que ser sofisticado y elevado. La representación de La Boheme que más recuerdo no es la que vi en el Metropolitano de New York ni la del San Carlo de Nápoles, es una que vi, con mi hijo menor, Pablo, que ahora es tenor, a la vuelta del hotel en que estábamos hospedados en Roma. Se realizó en una iglesia anglicana con una orquestita de cámara de la vecindad, coreografía barata, que los mismos cantantes cambiaban y con cantantes “que fueron” y otros que “quizás serian”. No me di cuenta en que momento se murió Mimí, porque sentada, la gordura no le permitía mucha expresividad, pero igual, me arrancó lágrimas y guardo el momento como un recuerdo precioso muy dentro de mi corazón.

También tenemos que recordar que Schoenberg y Britten eran representantes de la música alemana, y de la escuela inglesa cuyas raíces se encuentran muy próximas al pensamiento musical germánico. No es de sorprenderse que compositores cuya música se apega a la escuela del “Sturm Und Drang” encontraran la música apasionada e intensa de Puccini como superficial, ya que como podemos ver en Tristán e Isolda, para el carácter germánico, un dueto de amor puede llegar a consistir de veinte minutos de música durante los cuales los protagonistas no pasan del “tal vez” cuando en el mismo tiempo los italianos ya hubieran tenido un hijo, como bien apunto Toscanini.

Vamos ahora a Madame Butterfly y su fracaso en la premier
En el año 1900 Puccini vio la obra Madame Butterfly de David Belasco en Londres (la obra era una adaptación de un cuento del autor Norte Americano, John Luther Long). Puccini se encantó con el tema y ordeno a sus libretistas Giuseppe Giacosa y Luigi Illica.que trabajen en la adaptación de la obra para una opera en italiano. Madame Butterfly ocurre en Japón a inicios del siglo XX y relata la historia de una joven quinceañera japonesa, Cio-Cio-San (Madame Butterfly) y su amores con un oficial de la Armada estadounidense, a bordo del USS Abraham Lincoln, llamado B. F. Pinkerton, Pinkertos toma su matrimonio con Cio Cio San como una aventura más, pero para ella es un casamiento de por vida y hasta se convierte al cristianismo, renunciando al budismo. Pinkerton deja Japón y Madame Butterfly tiene un hijo producto de la relación. Por tres años espera su regreso solo para decepcionarse y suicidarse cuando el oficial retorna, pero con su esposa Norteamericana Kate, a recoger el hijo de Cio Cio San para adoptarlo

A pesar de algunos problemas durante la composición incluyendo un accidente automovilístico en el cual el compositor quedo atrapado en su automóvil volcado, el compositor estaba confiado en el éxito de su nueva opera terminada el 27 de diciembre de 1903. La premier se programó en La Scala de Milán con un reparto de favoritos del exigente teatro, incluyendo a la soprano Rosina Storchio como Butterfly. La Storchio había sido Musetta en la Boheme. Pinkerton fue interpretado por un prometedor tenor llamado Giovanni Zenatello y el rol del cónsul Sharpless fue dado a un joven Giuseppe De Luca. El Director fue Cleofonte Campanini quien luego dirigiría la opera de Chicago. Lleno de entusiasmo Puccini llegó a Milán el 6 de enero de 1904 a dirigir los ensayos. Las complicaciones se iniciaron de inmediato

Como Puccini había completado recientemente la opera, los cantantes tuvieron que aprenderse sus partes de pruebas enviadas por la imprenta página por página. Para empeorar las cosas la casa editorial Ricordi, considerando que un poco de reserva aumentaría el interés del público obligo a que la música impresa no abandone el teatro y prohibió a la prensa que asista a los ensayos, eliminando el tradicional “ensayo libre” para los críticos. Estas acciones molestaron a la prensa indisponiéndolos y tornándolos muy dispuestos a encontrar la menor falla en la obra.

Hubo hasta discusiones de último momento sobre la extensión del Segundo Acto. Pero Puccini seguía manifestándose excepcionalmente optimista. El día de la premier escribió a la soprano Rosina Storchio, “¡Contigo vamos seguros a la victoria!” El compositor siempre insistía a su familia que no asista a sus premieres para que no “se expongan a la incertidumbre del primer experimento” pero en esta ocasión se olvidó de dicha precaución. Se aseguró que sus hermanas tengan los mejores asientos y su hijo de 18 años lo acompañó entre bastidores.

La premier del 17 de febrero de 1904 fue una amarga experiencia para Puccini. Como Giulio Ricordi describió en la edición de marzo de Musice e Musicisti :

“Aullidos, gritos, gruñidos, gemidos, risas, los gritos usuales de “bis” designados para enardecer más aun al público; ese es el resumen de la recepción que el público de La Scala le ofreció a la nueva opera del Maestro Giacomo Puccini . . . El espectáculo proporcionado en el auditorio pareció tan bien organizado como el del escenario ya que comenzó precisamente con el inicio de la opera”.

Si la memoria de Ricordi es correcta, la audiencia que repletaba el teatro fue hostil a la obra desde el principio pero parece que el problema se inició con la entrada de Butterfly. Cuando Cio Cio San se acerca a su nueva casa, ella y el coro cantan “Quanto cielo.” Para los elementos más beligerantes de La Scala, la descendiente línea de Butterfly recordaba mucho a la melodía del dueto del Acto III de La Bohème. Las audiencias italianas del naciente siglo XX no eran tan complacientes como las anteriores con el “pasticcio” (costumbre de Rossini, Donizetti y otros compositores del Bel Canto de “prestar” de anteriores óperas). Cuando estos detractores de Puccini notaron esto comenzaron a gritar “Bohème, Bohème!!”

Desde este punto en adelante, la audiencia se dividió en dos grupos: “fans” de Puccini y aquellos determinados a arruinar la presentación. Constituyéndose los segundos en la gran mayoría. El bello dueto del Acto I no fue rival para la cacofonía en el auditorio. El telón bajo para el Acto I en medio de una mezcla de escasos aplausos y abundantes silbidos. Los cantantes y Puccini fueron llamados a escena solo para recibir un torrente de risas y carcajadas.

Durante el Acto II, los bulliciosos redoblaron esfuerzos. Solo se puedo escuchar la escena de la carta y el dueto de la flor; el resto de la opera fue acompañada de tal ruido que los cantantes se quejaron de la imposibilidad de escuchar la orquesta. Hubo un momento en que debido a una sorpresiva brisa desde el escenario o a un movimiento brusco de la soprano, el kimono de la Storchio se infló a la altura del vientre y la audiencia aulló “¡Butterfly está preñada!” junto a otro grito más ofensivo: “Guarda! Il Bambino de Toscanini!” (Aludiendo a la pública relación amorosa entre la Storchio y el famoso director italiano, Arturo Toscanini que un año antes había dejado La Scala).

El largo Intermezzo (la vigilia nocturna de Butterfly) proporciono otra oportunidad para la burla. En un intento de superar el intenso realismo de Belasco, los productores de la opera habían ubicado personas con pitos que imitaban silbidos de aves en diversos sitios del teatro para acompañar al amanecer luego de la vigilia de Butterfly. Maravillados de la oportunidad que se le presentaba, la beligerante audiencia se unió a los trinos imitando sonidos de otros animales y eliminando así todo el poético gesto. A pesar de que los relatos difieren, el telón final cayó en un “silencio glacial” de aullidos, risas y un desdén total.

Las críticas del día siguiente no fueron muy piadosas con titulares como “Puccini abucheado” “Fiasco en La Scala” y “Butterfly, Opera Diabetica, Resultado de un Accidente Automovilístico” (refiriéndose a la enfermedad y al accidente del compositor) Inclusive aquellos más dispuestos a favorecer la opera encontraron fallas en su estrcutura y varios otros detalles. Puccini, desbastado describió el incidente como “un linchamiento” e insistió que la opera sea retirada A pesar de la pérdida que significó para el teatro, La Scala acepto el pedido y Puccini devolvió las 20,000 liras pactadas como emolumento a Ricordi.

Las razones exactas para el fracaso son muy difíciles de precisar con exactitud. Ricordi obviamente predispuso a la prensa y la crítica con sus actitudes reservadas y “secretas”. Puccini equivocadamente supuso que la audiencia mantendría su concentración durante el anormalmente largo segundo acto. Finalmente, y esto es una conjetura, no es de eliminar la posibilidad que hubo un complot de enemigos de Puccini. Hay que recordar que el Puccini y Giulio Ricordi no eran muy populares al público milanés. Algunos de ellos querían a Wagner no a Puccini. Además resentían la rivalidad de Puccini con Leoncavallo (Paggliacci) y Mascagni (Cavalleria Rusticana)

Madama Butterfly se mantuvo como la opera favorita de Puccini pero no podía pensar en ella sin recordar el gran fiasco de la premier. Convencido del éxito de la misma si se presentaba en un teatro más pequeño, Puccini realizó cambios en la misma. Elimino ciertos episodios de familiares y sirvientes de Butterfly. Dividió el segundo acto en dos dejando la opera en tres actos. Además le dio un aria a Pinkerton en el nuevo Acto III. El 28 de mayo se presentó en el Teatro Grande de Brescia con el mismo elenco y Director excepto Butterfly que fue cantada por la soprano dramática ucraniana Salomea Krusceniski. Puccini tenía razón, la opera fue un éxito. En 1904 para la premier en el Teatro Colón de Buenos Aires, Puccini introdujo otros cambios en la opera y finalmente en 1906, para la premier de París, Puccini realizó más cambios en la opera, así que ahora nos encontramos con cuatro versiones de Madame Butterfly.

¿Cuál será la preferida de Puccini? Como nunca lo dijo, tres escuelas de pensamiento han surgido:

1.- Los directores puristas que consideran que la primera versión de un compositor es la mejor

2.- Otros aceptan las eliminaciones de la primera versión

3.- Algunos tratan a la versión parisina como la auténtica, Musicalmente es la más condensada de las versiones aunque de mayor duración

Así que aquí está la información. Elige tu opción. Abre aquella botella de buen cabernet sauvignon que has estado guardando. Escucha o mira tu CD o DVD de Madame Butterfly y disfruta. Por todas sus debilidades y fortalezas, Butterfly se mantiene como una de las grandes óperas de este “Gran Compositor de las Cosas Pequeñas”, que nos habla directamente de la nobleza del corazón y espíritu humano.

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No hay comentarios

  1. Gracias Sr. Romero me he dado un banquete de cultura cuyo plato principal es la bigrafia de este compositor de operas, no pierda este estilo de enseñar cultura a los lectores de este periodico virtual

  2. Gracias Rosa Raquel y gracias Arturo por los comentarios. Tratare de seguir sacando extractos de mi Seminario «La Magia de la Opera» para amantes de la cultura como Uds. Hoy salio algo sobre Nabucco que lo considero interesante

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