18 abril, 2024

Óperas que fracasaron en su debut – I: Barbero de Sevilla

Gestación y Antecedentes.- El Barbero ha sido una ópera muy popular, favorita del público desde su composición en 1.816. Giuseppe Verdi escribió en una carta en 1898: “Pueden decirse cosas de Rossini…y pueden ser verdades en cuanto a su autocopia y velocidad de composición, pero confieso que no puedo dejar de creer que El Barbero de Sevilla, por la abundancia de ideas, por su verbo cómico y el realismo de su declamación, es la más bella de las óperas bufas en existencia”

Rossini relata en 1822 su visita a Beethoven: “… levantando su cabeza, el Gran Hombre dijo en un italiano razonablemente comprensible: ‘Ah, Rossini, ¿Usted es el compositor de El Barbero de Sevilla?’ Mis felicitaciones; es una excelente ópera bufa. He leído la historia con placer y la he escuchado y apreciado. Será tocada y escuchada mientras la ópera italiana exista…”

Esta ópera de Rossini es una maravilla de composición rápida, pues se dice que la escribió en el breve espacio de trece días. Esto parece increíble, pero es un hecho bien comprobado. Al enterarse de esto el compositor Gaetano Donizetti dijo: “…siempre supe que Rossini era un vago…” refiriéndose a la velocidad con que él mismo escribía sus operas

Rossini en una carta a un amigo compositor dijo:

“Espera hasta la noche anterior del estreno. Nada azuza más a la inspiración que la necesidad; sea la presencia de un copista esperando por tu trabajo, o el estímulo de un empresario jalándose los pelos. En mis tiempos todos los empresarios de Italia se quedaban pelados a los treinta años…Yo escribí la obertura de La Gazza Ladra el día de la premiere y en el mismo teatro, donde estaba encerrado por el director bajo la vigilancia de ayudantes de escena quienes tenían instrucciones de botar los textos originales por la ventana, hoja por hoja, a los copistas que esperaban abajo de ella para transcribirlas. Si yo no componía lo suficientemente rápido, tenían instrucciones de tirarme a mí por la ventana.

Me fue mejor con El Barbero, Ni siquiera compuse una obertura sino que seleccioné para ésta ópera una obertura que había compuesto para una ópera llamada Elizabetta. (Realmente la usó en tres operas: “Aureliano in Palmira” (1813), “L’equivoco stravagante” y “Elisabetta, Regina d’Inghilterra” (1815)). El público quedó totalmente satisfecho”

Rossini se había comprometido a escribir dos óperas para el Carnaval de Roma en 1816, la primera de las cuales se puso en escena el 26 de Diciembre de 1815. Rossini convino con el Duque Francesco Sforza-Cesarini –dueño y empresario del Teatro di Torre Argentina- en tener la segunda terminada el 20 de Enero de 1816, no obstante la circunstancia de que no sabía siquiera de qué tema iba a tratar. El Duque inicialmente requirió a Jacopo Ferretti, un distinguido libretista, que realice el texto para esta nueva comisión. Pero, luego de rechazar el argumento propuesto por Ferretti, El Duque selecciono a Cesare Sterbini quien trabajó en un libretto basado en una comedia de Pierre-Agustine Barón de Beaumarchais (realmente una trilogía: Las Bodas de Fígaro y La Madre Culpable, las otras dos).

“El Barbero de Sevilla” fue realizado como ópera primero por el compositor Giovanni Paisello (1741-1816) y el libretista Giuseppe Petrosellini en 1.782. Precisamente el único problema serio que tenia Rossini era la versión del “Barbero” de  Giovanni Paisiello  —su comedia era reverenciada en toda Europa. Para los ojos de muchos Romanos, el joven Rossini era colosalmente audaz en tomar como tema de su opera la obra de teatro que tan extraordinariamente había adaptado a música el reverenciado Paisiello. Rossini estaba plenamente consciente de esto, y sabia que era políticamente correcto aplacar a Paisiello de todas las formas posibles. Escribió a Paisiello una carta extremadamente pensada y muy cuidadosamente fraseada, dejando en claro cuanto lo admiraba como compositor y cuanto apreciaba su versión del “Barbero”. “….estando consciente de mi inferioridad, sólo quería tratar una materia que me había encantado, tratando en todo lo posible de evitar situaciones iguales a las del libreto de su ópera...” En la impresión del libretto original se incluía un mensaje de Rossini alabando a Paisiello, y aclarando que había trabajado con un nuevo libretto. Rossini aun hizo mas: cambio el titulo de la opera. Cuando la opera se estreno llevaba el nombre de “Almaviva ossia l'inutile precauzione”.

Sin embargo, recién instalado en Nápoles, y plenamente consciente de la animadversión que su música despertaba en Paisiello y sus seguidores y en el director del Conservatorio de la ciudad, Nicola Zangarelli, otro aliado de Paisiello, es probable que el espíritu independiente y osado de Rossini lo llevaron a elegir precisamente este tema para su opera

El proceso se movió con gran rapidez —tanto el libretto (producido por Sterbini en menos de dos semanas) como la composición de Rossini (menos de tres semanas). El libreto le fue entregado por partes y Rossini iba componiendo a medida que tenía material. Todo se hubiera podido ir al suspenso por la repentina muerte de Sforza-Cesarini nueve días antes de la programada première, pero su sucesor, Nicola Ratti, decidió seguir adelante y hacerla en beneficio de la familia del Duque. “El Barbero de Sevilla” se estrenó 20 de febrero de 1816, en el teatro Torre di Argentina de Roma, bajo la dirección del propio compositor

Dado el corto plazo, Rossini no tuvo empacho en “prestar” material de sus anteriores operas. La obertura es el mejor ejemplo. También usó pequeñas parte de sus otras operas, como pueden darse cuenta los que escuchen “Cambiale”, pero no llego al extremo de copiar piezas enteras. Recordemos que esto era costumbre en esta época de prolifera producción por parte de los compositores.

Trío de Estrellas para el Barbero.- Los protagonistas del estreno de Barbero era de lo más distinguido de la época. La figura mas famosa no era el cantante que hacia de Fígaro sino el tenor que cantaba el papel de Almaviva: Manuel del Pópulo Vicente Rodríguez García nacido apropiadamente en Sevilla en 1775. A diferencia de las cantantes que ahora cantan el papel de Rosina (usualmente una mezzo-soprano con agilidad), Geltrude Righetti-Giorgi, la Rosina original, era una contralto, con un rango vocal sumamente amplio. Además del rol de Rosina, también fue la primera Cenicienta en la “La Cenerentola” de Rossini en 1817. Como algo interesante destaquemos que el primer Fígaro, Luigi Zamboni , un viejo amigo de Rossini y su familia, actualmente seria clasificado como un barítono-bajo, a pesar de que en esa época no existía esa clasificación. (En la actualidad asociamos ese papel solo con barítonos -y especialmente barítonos altos).

El Desastre del estreno y el éxito que siguió.- La première del Barbero se mantiene como uno de los mas famosos fracasos en la historia de la opera. La acumulación de eventos catastróficos ha alcanzado el nivel de leyenda. La audiencia, llena de seguidores de Paisiello estaba dispuesta a boicotear este estreno, ignorando la opera y abucheándola si era preciso para que la música no sea escuchada. Righetti-Giorgi nos ha dejado una narración de los hechos de esa noche (es una parte de sus memorias sobre trabajar con “Maestro Rossini”), y es a ella que debemos el conocimiento de la mayor parte de los sucesos.

Rossini permitió, según cuentan las crónicas, que el famoso tenor español, que desempeñaba el papel de Almaviva, cantara debajo del balcón de Rosina una melodía española que él mismo había escrito. García sostenía que, como la escena se desarrollaba en España, una melodía española comunicaría al drama un sabor netamente local. Pero, por desgracia, este insigne cantante, que razonaba tan bien, y que gozaba de grandes simpatías entre los amantes del divino arte, se olvidó de afinar la guitarra antes de aparecer en la escena en el papel de Almaviva. Empezó esta operación delante del público, y rompió una de las cuerdas de la guitarra. El artista sustituyó la cuerda rota, pero antes de que pudiera lograrlo, el público se echó a reír y silbar en todo el teatro. La melodía española, cuando García estuvo al fin listo para cantarla, no fue del gusto del público.

La introducción a la melodía de Fígaro pareció que iba a gustar, pero cuando entró Zamboni con otra guitarra en la mano, el auditorio rompió a carcajada limpia, y apenas se pudo oír una frase del Largo al Factotum. Cuando se presentó Rosina en el balcón, el público estaba dispuesto a aplaudir a la Giorgi-Righetti en una melodía que, según el respetable, tenía derecho a esperar de esta artista, pero al escuchar que la soprano pronunciaba solamente una frase que no tenía importancia alguna, el auditorio volvió a dar muestras de impa¬ciencia y de descontento. El dúo entre Almaviva y Fígaro fue acompañado de una silba continua de los complotados seguidores de Paisiello. La suerte de esta obra parecía estar decidida. Por fin, se presentó Rosina y cantó la cavatina, que era anticipada con gran ansia. Madame Giorgi-Righetti era joven, poseía una voz hermosísima, y era una gran favorita del público de Roma. Tres salvas de aplausos siguieron a la terminación de su romanza, y hubo esperanzas de que la ópera pudiera ser sal¬vada todavía. Rossini, que se hallaba sentado junto al piano de la orquesta, saludó al público, y luego, dirigiéndose a la cantante, dijo: “¡Oh natural!” Esta si-tuación feliz no duró, y los silbidos volvieron a empezar con el dúo entre Fígaro y Rosina. El ruido fue aumentando, y era casi imposible oír una nota del final.

El cantante que hacía de Don Basilio, Zenobio Vitarelli se cayó y tuvo que cantar “La calumnia” con un pañuelo en la nariz para evitar la hemorragia. Un gato entró en el escenario y tuvo que ser perseguido por los cantantes solo para aparecer en la falda de Bartolommeo Boticelli (Dr. Bartolo) y amenazar a Rosina con arañarla. Rossini en el clavicordio estoicamente soportaba las risas, los chiflidos y las burlas a su chaqueta nueva color avellana y con botones dorados, que era parte de la retribución por componer la opera. En el concertante final del primer acto, en un momento en que la música entra como en una frase melancólica, alguien del público gritó: “Questo è il funerale de Don Coglione” aludiendo al empresario que había muerto de un derrame cerebral (a lo mejor de la tensión de ver la obra inacabada y mal ensayada junto a sus problemas económicos), poco días antes del estreno.

Al bajar el telón, Rossini se volvió hacia el público, se encogió de hombros, y dio varias palmadas. El auditorio se consideró ofendido por este desprecio manifiesto de su opinión, pero no contestó entonces. La venganza se reservó para el segundo acto. El escándalo fue tal, que no se recuerda cosa semejante en ningún otro teatro. Rossini continuó en perfecta calma, y más tarde se fue a su casa tan tranquilo como si la obra, que había sido recibida de una manera tan insultante, hubiese sido escrita por algún otro compositor. Después de cambiar sus trajes, la Giorgi-Righetti, García, Zamboni y Botticelli fueron a casa de Rossini para consolarle en su desgracia. El compositor se hallaba profundamente dormido.

Al día siguiente escribió la cavatina, Ecco ridente in cielo, para sustituir la melodía española que García había introducido en la ópera. García interpretó esta cavatina a la noche siguiente. Rossini fingió estar enfermo, y de esta manera se vio libre de ocupar su puesto frente al piano. A la segunda representación de El Barbero de Sevilla, los romanos parecían estar mejor dispuestos a escuchar la ópera que en realidad no habían oído la noche anterior. Esto era lo único que faltaba para asegurar el éxito triunfante de esta obra. Muchas de las melodías fueron aplaudidas. Una multitud se dirigió a saludar a Rossini quien se escondió en los establos recordando el fiasco de la noche anterior. “¡Bravo, bravísimo Fígaro!” gritaban mientras García le informaba del éxito. “¡Que se j….. y se metan sus bravos por el c…, no voy a salir!, dicen que expresó Rossini, “¡No voy a salir!” repitió, por si no lo habían entendido. Salió cuando se dispersó el grupo. El resto es historia: El Barbero de Sevilla triunfó en el mundo entero.

En junio de 1816 murió Paisiello y Rossini se sintió con fuerzas para regresar al título original de “El Barbero de Sevilla” y olvidar “La Inútil precaución”. En setiembre de ese año se presentó en Bologna con ese nombre y unos meses después en Florencia. La primera reproducción en Londres tuvo lugar en 1818 en el Teatro del Rey. Se representó por primera vez en París, en italiano, en 1819; en francés en 1824. La primera representación en Alemania tuvo lugar en Brunswick, en 1820; se puso en escena en Viena en 1820, y en Berlín en 1822. En St. Petersburgo, se presentó en ruso en 1822. En Buenos Aires —un gran centro para la opera Italiana a lo largo del Siglo XIX— en 1825. Se representó por primera vez en Nueva York en ingles el 3 de mayo de 1819. El Metropolitan Opera, la incluyó en su primera temporada en 1883.

La popularidad del Barbero debe haber sido muy gratificante para Rossini, quien fue capaz de saborear su triunfo durante sus largos años de vida.

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