19 abril, 2024

El sapo y el escorpión

fábula

El análisis de los condenables sucesos ocurridos el 30S, siguen; pero más allá de señalar a los supuestos culpables es menester más bien señalar a los responsables. Lo que está claro es que jamás hubo un intento de golpe de Estado (jamás hubo proclamas desconociendo al gobierno), cabecillas con poder de decisión (no lideraron coroneles ni generales, sino cabos y sargentos) y sobretodo, ningún golpe de Estado se hace sin el apoyo de las Fuerzas Armadas. Tampoco hubo la intención de matar al Presidente (por su propia voluntad puso en peligro su vida) y peor que estuviese secuestrado (siguió gobernando, dando órdenes y reuniéndose con sus colaboradores, emitió declaraciones a los medios de comunicación de dentro y fuera del país, decretó el estado de excepción y ordenó que se lo “rescate”, etc.). Vale resaltar, que pese a que una de las importantes misiones que según las anteriores constituciones debían cumplir las FF.AA. “la se ser garantes de su ordenamiento jurídico” fue borrada en la actual; a la hora de la verdad se acudió a ellas para mantener la institucionalidad del país y garantizar la paz y seguridad ciudadana.

Creo que es el momento adecuado para una reflexión seria y profunda, se debe convocar a una reconciliación nacional, no es prudente dejar heridas abiertas; de debe dejar atrás las ofensas, descalificaciones y crear un ambiente de confianza, mediante el respeto a la opinión ajena y sobre todo, el presidente Correa debe llenarse de una gran dosis de humildad y tolerancia, hacer efectiva la participación ciudadana y buscar consensos.

El distinguido periodista Jorge Vivanco, en su artículo “Modos y estilos”, señaló: “El señor Correa fue franco cuando dijo que quizá constituyó un error el haber ido al Regimiento Quito para enfrentarse con los policías que se encontraban en paro, pero agregó, ‘ese es mi carácter, ese es mi estilo’, y con eso dio una explicación a muchas cosas que suceden”.

A propósito de la declaración del Presidente Correa, recordé la fabula “El sapo y el escorpión” de autor desconocido y que la comparto con ustedes amables lectores:

Hubo una vez un sapo que estaba en la orilla de un lago, estaba subido en una roca, observando el cielo, un escorpión lo observaba detrás de unos arbustos, se acercó al sapo y le dijo:

-¿me ayudarías a cruzar al otro lado del lago? Yo me subo en ti y tú nadas hasta el otro lado.

-No, no puedo hacerlo, si tú te subes en mí, puedes picarme y voy a morirme.

-Piénsalo, si yo te pico en el lago tu morirás, pero también yo moriré, porque si tú te hundes yo me hundo y moriré junto contigo, solo quiero ir al otro lado, ¿me ayudarás?

Después de meditarlo por unos segundos el sapo accedió;

-Está bien, yo te ayudaré, te llevaré al otro lado del lago y luego tu seguirás tu camino

-Estoy de acuerdo

El escorpión subió en el sapo, y con mucho esfuerzo el sapo ya iba a mitad del lago cuando sintió un picotazo en su cabeza, inmediatamente se detuvo y le preguntó al escorpión:

-¿por qué me picaste? Ahora moriremos los dos.

-Discúlpame, no quise hacerlo, pero no pude evitarlo… esa es mi naturaleza.

La enseñanza de esta fábula: hay seres que nunca podrán cambiar….. ¡Qué pena! esa es su naturaleza.

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No hay comentarios

  1. Felicitaciones a mi antiguo y querido amigo, Crnel, Alberto Molina Flores por su juicioso artículo como inteligente conocedor de los temas político militares.
    Muy ilustrativa su fábula para que los engaañados conozcal el caracter atrabiliario del presidente.
    Saludos,
    Ricardo Vasconcellos

  2. Imaginemos este escenario: El capitan de un Boeing 727 va piloteando y comandando una de esas naves llena de pasajeros; de pronto, y a pesar de todos los controles que le podian haber advertido, le toca enfrentar una tormenta que lo toma desprevenido; rayos por aqui, truenos y sacudones por aca; y mas rapido que inmediato, y desconociendo que tiene tripulacion a su mando, y que puede solicitar la contribucion de otro personal cuya competencia profesional es asesorarlo en momentos como ese, este capitan se arranca la camisa, se arranca la corbata, y le grita a la tormenta pidiendole que lo mate si es eso lo que quiere; y luego de todo el desconcierto, desmoralizacion y calamidades que ese tipo de reaccion, protagonizada justo por quien esta obligado a mantener su lucidez y su templanza, termina por causar, nos toca escuchar por boca de este capitan, como justificacion de su actuacion…»es que ese es mi caracter». Ante esta respuesta, se puede razonar que nadie le puede negar su derecho a tener «su caracter», como sucede con todo el genero humano, pero ahi no puede terminar este razonamiento, porque ese caracter, ese perfil psicologico es absolutamente incongruente, mas bien un anatema, con ese puesto de trabajo; mas aun recordando que el avion en ciernes no es de su propiedad, y que no iba solo en ese viaje. Por suerte esta es una fantasia muy improbable, pues a los capitanes de este tipo de naves los evaluan con regularidad, y me atrevo a suponer que esa evaluacion incluye sus sotanos psicologicos.

    (Lamento la ortografia, escribo con un teclado en ingles)

  3. Sin comentarios, no hay nada que añadir, todo esta dicho y muy inteligentemente. Me robare su ultima frase !Que pena! esa es su naturaleza.

  4. Saludos. Entonces, ¿Que hubo? ¿Con que palabra o calificativo identificamos este suceso?
    No olvidar que hubieron muertos, lisiados, heridos, golpeados, destrozos a la propiedad; incertidumbre, dudas, malos entendidos, insultos, agravios, amenazas, etc, etc.
    ¿Quien originó todo este ….. (como se lo llame o se lo califique)?
    No me vengan con Fuenteovejuna.
    ¿Quien o quienes son los responsables?
    Ojalá que no se diga que fue el Espíritu Santo.
    ¿Quién debe asumir los costos de todo este … (como se lo llame)?
    No me vengan con que nadie, y que haya perdón y olvido. !Hasta cuando tanta impunidad!
    Sean cabos, sogas, piolas, sargentos o generales, que asuman con la responsabilidad de estos bochornosos hechos, de los cuales, muchos pretendieron «a río revuelto, ganancias de pescadores».

    Napoleón Sotomayor

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