17 abril, 2024

La dignidad

A lo largo de cuatro años, el señor Presidente ha venido denostando a la prensa, muchas veces el ataque ha sido directo contra la empresa periodística, en otras tantas ocasiones el ataque ha sido contra los periodistas.

Si revisamos quienes son los periodistas podemos decir que somos hombres y mujeres de clase media, desde la alta hasta la baja, en ningún caso pertenecemos a los círculos de elite económica. Quizás con un poco de suerte se ha podido adquirir una casa y un carro, pero quienes llegan a esa situación ya pintan canas y tienen muchos años en el ejercicio de este oficio y la mayoría lo hacen en dos o tres actividades que es lo que permite al cabo de veinte o treinta años de trabajo lograr las mínimas comodidades a las que me he referido.

Somos ciudadanos que tratamos en lo posible de evitar caer en vicios y en acciones que nos quiten la calidad moral para hablar u opinar; y, quizás el mayor defecto que tenemos es que vivimos de nuestro trabajo, por lo tanto, sí tenemos temor de quedarnos sin el ingreso que nuestro trabajo nos proporciona, por lo que en un momento dudamos ante el temor que infunde el poder, pero luego entendemos que primero están los intereses colectivos. A veces dudamos ante la amenaza velada o la abierta contra nosotros o contra nuestras familias, así mismo luego de acariciarles la cabeza a nuestros hijos o a nuestras esposas; anteponemos los intereses y el bienestar colectivo a nuestra integridad personal.

Nuestra labor al día, es recoger el decir de ambos lados de los hechos, luego de eso, ponerlos en lenguaje apropiado para que el público reciba el mensaje de la información y pueda sacar sus propias conclusiones, recibimos las opiniones de todos los actores de los hechos y los presentamos, quitándoles el matiz y el doblez para que sea un mensaje puro que genere la crítica constructiva y las conclusiones.

La empresa periodística se suele autocensurar pidiendo a sus periodistas mesura en sus comentarios y equidad en sus crónicas y noticias, existen hechos y circunstancias que son consultados a los niveles directivos pero, en lo que yo he vivido, nunca me impidieron publicar una noticia. Así como tampoco se me elimino un artículo. No me siento tocado por las afirmaciones prosaicas en contra de la prensa y los periodistas porque sé que solo y sin el poder valgo más que los que lo detentan, que soy más humano que ellos, que soy más decente que ellos y porque no decirlo, más inteligente, porque yo y muchos reconocemos nuestras limitaciones por eso preguntamos y averiguamos, investigamos, no nos sentimos dueños de la verdad o peor aun redentores.

Hemos defendido la verdad durante veinte, treinta o más años, cuando los que nos atacan se escondían en nuestras crónicas, artículos, para decirles a los demás una verdad que no entendían ni entienden, para difundir doctrinas que tampoco ahora las pueden interpretar correctamente.

Gracias a Dios soy periodista de espíritu libre, de voz libre, porque si me la callan en la calle, en la cárcel o en algún medio, siempre tendré mi pluma, mi inteligencia y mis ideas, esas no son censurables ni podrán encerrarlas, peor aún comprarlas y la tecnología de ahora, me permitirá poner esas ideas en manos de todos, narraré las verdades sin acomodos, sin arreglos, enteras para que todos la sepan y si eso duele, pues que duela, ese es el objeto de decirlas, que duelan para que entiendan que por más que se las oculte ahí están, y si el pago es que me ataquen o traten de vejarme, que lo hagan porque cada insulto que reciba por decir las verdades son una condecoración mas y un día menos para los que sustentan su poder en la mentira y el abuso.

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