28 marzo, 2024

La casa propia

Entre los pocos buenos hábitos que tengo está el ir a Misa diaria. Uno de mis hijos hace lo mismo cada día. Él va a la misa de las cuatro de la tarde que celebran en la capilla de la UEES. Ya que estudia en esa universidad.

Unas pocas semanas atrás fui a la UEES por algún motivo que ahora no recuerdo. Como es mi costumbre pasé por la capilla, iba a saludar a Jesús en El Sagrario. Vi el cartelito que está colocado a la entrada, decía: “Misa de Lunes a Jueves, 4 P.M.” Miré el reloj eran justo las cuatro en punto. ¡En buena hora! Entré. Tuve la grata sorpresa de ver que mi hijo estaba ahí, listo para escuchar la misa. A la salida comentamos. Vengo a esta misa -dijo mi hijo- porque el padre Richard es espectacular. Tienes razón -Respondí- Habla bien, claro y conciso. Sobre todo la misa es rápida.

Desde esa tarde, casi todos los días vamos juntos a “la misa del padre Richard”. Recuerdo cuando el padre Richard contó la anécdota de su viaje a los Estados Unidos. Dijo algo así (no es exactamente lo que dijo, pero ahí va): “Por sugerencia de mi director espiritual, viajé a los Estados Unidos. En realidad sentía temor de ir a cualquier lado a ejercer mi profesión de cura, porqué era una época en que se veía mal a los sacerdotes. Había escándalos de todo tipo. Yo sentía vergüenza de que la gente se diera cuenta de que era sacerdote. Pensé que iba a ser rechazado por todos, mal visto. Inclusive para el viaje iba a vestirme con una ropa cualquiera, no como visten los sacerdotes con el “cuellito de sacerdote” en la camisa. No quería que reconocieran en mí a un sacerdote. Pero mi director espiritual dijo que debía ir vestido como sacerdote. Así lo hice.

Cuando llegamos al aeropuerto de Miami tuve que pasar por migración. Me acerqué a mostrar mis papeles. El que me atendió era un colombiano. Al ver mi atuendo de cura dijo: “Ah padre, ¿tiene una medallita del Divino Niño? Es que soy devoto” Sentí miedo, ¡fui descubierto! El de migración se dio cuenta de que yo era sacerdote. Veía cámaras por todas partes. Si le doy la medallita, además de saber que soy sacerdote, van a pensar que soy sospechoso. No, respondí, no tengo medallitas. Pero el de migración insistía en su devoción. Mire, tengo una estampita. La saqué y se la di. Con una sonrisa el de migración dijo: ¿Padre, cuánto tiempo se piensa quedar por aquí? Un mes – respondí, sólo un mes-. El hombre insistió. No padre, ¡qué va!, quédese más tiempo. Le voy a poner un año, ¿qué le parece?- ¡No! ¡No! Solo un mes. Pensé que era una especie de trampa, el de migración sabía todo. Sabía que yo era sacerdote-. Bueno padre, le pongo que se va a quedar seis meses. ¡Ya está! Seis meses lo tendremos por aquí, dijo eso y selló mi pasaporte.

Salí del aeropuerto desconcertado. Cuando llegué a mi parroquia toda la gente se mostró muy amable. Pasé días maravillosos ejerciendo mi profesión de sacerdote, en realidad me fue bien. Mejor de lo que esperaba…” El padre Richard estaba hablando, parado en la mitad de la capilla, se quedó en silencio y caminó hacia el altar. Cuando iba a realizar la bendición del pan y del vino, se detuvo y dijo: “¡Tan bien me fue, tan amables se portaron conmigo! Inclusive luego de una misa, un señor me dio una donación en efectivo de cinco mil dólares. Como mi parroquia era muy pobre, pude hacer muchas obras con ese dinero. ¡Qué grande que es el Señor! Y yo que sentía vergüenza de ser cura”

Así como la que les he relatado, otras tantas anécdotas he escuchado decir al padre Richard. Una de ellas, siento especialmente que debo compartirla. Aunque intento, no logró concretar en mi memoria el Evangelio de ese día, ni el salmo. He revisado las lecturas que corresponden a la fecha para hallar alguna relación entre ellas y la anécdota que sigue. Pero nada. Mi memoria y mi entendimiento se concentran en la historia. Más o menos es así:

El padre Richard había terminado su predicación (homilía) y se dirigió al altar. Cuando iba a bendecir el pan y el vino se detuvo y dijo: “Recuerdo una vez cuando me fui a dar un retiro a Pasto. Había en el retiro una pareja, un matrimonio que se veía muy compenetrado. Se notaba cuanto se querían. El esposo, se acercó a hablar conmigo. Padre- me dijo- tengo un dolor muy grande en el alma. Mi hijita de seis años había escuchado a alguien decir, que lo mejor en la vida es tener una casa propia. Siempre me decía: “Papi, ¿cuándo compramos nuestra casa propia?” Lo mismo le decía a su mamá. Mi esposa y yo hicimos un gran esfuerzo para poder complacer a nuestra hija. Con un préstamo y una hipoteca logramos comprar la casita. Mi hijita estaba feliz. ¡Al fin nuestra casa propia, papi! Un día, ella estaba asomadita en la ventana de su habitación, mientras afuera, en la calle, se producía una balacera. Una bala perdida le cayó en la frente…” Hubo un silencio. El padre Richard continuó: “La niña murió a consecuencia de la bala pérdida, a las dos semanas de haberse cambiado a vivir a su casita nueva, a su casa propia”

Acabo de recordar porqué contó esto el padre Richard. Antes de caminar hacia el altar, hizo una pregunta: “¿Hoy, la gente se está acercando más a Dios? Puede ser, dijo. Tantos desastres naturales, terremotos como el de Haití. Pero a veces, muchas veces, las cosas pasan y no precisamente por un desastre natural”. Entonces, cuando ya estaba en el altar, contó la historia de la niña, la casa propia, la ventana y la bala perdida.

Luego de decir la historia, se quedó en silencio. Siguió con la celebración de la misa y dijo visiblemente conmovido: “Pidámosle al Señor que aumente nuestra fe. Acudamos a Él. Digámosle que aumente nuestro amor”

Todos los seres humanos nos asomamos cada día a la ventana de la “casa propia” en la que nos ha tocado vivir. Exactamente como la niña de la historia, estamos expuestos al mal del mundo, a esa bala perdida que nos puede aniquilar. Pero la reflexión no es esa. La niña estaba feliz en su ventana. Confiada, tal como son los niños. Asomada al mundo si miedos, compartiendo su alegría hasta el final.

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Decía así una propaganda de “boxers”, camisetas guayaberas y zapatos en hombres jóvenes con miradas y poses sexis, etc, etc.

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  1. Linda las historias que cuenta el padre richard, no hay duda pero…. los buenos ejemplos de buenos sacerdotes serian mas evidentes si ellos participaran mas, interactuaran con la feligresia, alguna vez me dijeron que la iglesia se acerca hacia la gente de mas dinero, y puede ser cierto porque si un rico se muere siempre habra algun cura que lo asista pero los pobres….lo digo por mis experiencias propias cuando me operaron de la pendice recuerdo esto fue en el hospital Guayaquil(o del suburbio) solo estaban mas cerca los srs de las sectas… no hubo ni un cura que me lea la palabra de Dios ni me de palabras de aliento, he asistido a muchos hospitales por diversos casos de amigos y no he visto un cura o una monja que vayan a predicar, entonces por eso mucha gente decide ir a militar a una secta, o dejar de ser creyente….es mas por mi casa solo se da misa los domingos… en los Ceibos la misa hay todos los dias; esas cosas que son negativas deberian cambiar porque como podemos pedir personas mas cristianas si yo se que el libre albedrio y que se acerquen por voluntad pero vamos que muchos curas pueden predicar no existe la orden de los dominicos tambien llamada de predicadores?///

  2. Acostumbro cuando puedo, entrar a una iglesia cualquiera, en el centro de Quito, a la ultima que entre fue a la de San Agustín, entre aquí tras la pista de los cuadros de Miguel de Santiago, realmente no soy un experto en arte colonial, solo pasaba por ahí y recordé que estos religiosos contrataron también el trabajo monumental del maestro, no había nadie, tampoco los cuadros por supuesto, pero había un silencio espectral flotando por el espacio de entre los muros casi desnudos de la iglesia.¡¡¡¡ Que reconfortante presencia de Dios!!!!.
    En el pueblo donde nací, había una chica muy guapa, que todos los días la veía entrar a la iglesia, su mantilla negra
    resaltaba aun mas su belleza, yo un adolescente, ella un poco mayor que mi talves, no importa.
    Su historia, con todo respeto, me ha traído a la memoria estos recuerdos, en lo personal, no hay ninguna similitud con sus costumbres espirituales ya que Usted va con su hijo por creencia y devoción diariamente a la iglesia, escucha el sermón del cura, y se identifican.
    La chica de mi historia, siempre entro sola a la iglesia, quizá por iguales creencias suyas y de muchos feligreses, pero un día, no se cuando,ella salio con su hijo de la iglesia.
    Saludos

  3. Muy buena la reflexion, tenemos muchos sacerdotes santos, muchisimos como el Padre Richard, pero lamentablemente solo nos fijamos o recalcamos a los que tienen mal comportamiento que son de largo la minoria.Hoy es DSanto del Papa Benedicto oremos por el y demosle nuestro apoyo es un gran Pastor

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