16 abril, 2024

¿Bicentenario?

La verdad que luego de unas vacaciones fuera de Guayaquil llegar a escribir sobre tonterías acerca de ese cacareado bicentenario de una mentira, puede resultar frustrante. Sin embargo un día de la semana pasada, luego de la jornada de trabajo, llego a casa y veo que revista Vistazo le hace el juego a los celebrantes capitalinos y se une a la comparsa bicentenaria gritando luz de América en sus páginas centrales.

Para colmo le da espacio a Jorge Núñez un historiador quiteño a ensalzar a Simón Bolívar como el gran liberador y ordenador de Guayaquil de la época independentista. Como el Gobierno ha hecho para sí el bicentenario y la posesión de Correa es el eje central del 10 de agosto, todo va de acuerdo a lo que se espera: Correa es el centro de todo en el Ecuador, dado que es el nuevo Bolívar contemporáneo. Alfaro ya le quedó chico y lo enterró en vasija de barro en Montecristi.

Recuerdo en tiempos escolares el Instituto Particular Abdón Calderón en su, en ese entonces, incipiente sede contaba con un mural muy decidor en el que se mostraba a Abdón Calderón Garaycoa con uniforme militar albiceleste (guayaquileño de la División Protectora de Quito), herido en campo de batalla, con la bandera de Guayaquil en las manos. Pero en clases de Ciencias Sociales, paridas en el supuesto centro de la ecuatorianidad del Ministerio de Educación (con sede en Quito) el mural se destruía en mil pedazos: la editorial LNS; el Escolar Ecuatoriano; y uno que otro libro también serrano nos decían durante toda la primaria que Quito era luz de América, que era nuestra capital y que la gesta del 24 de mayo de 1822 era logro de Sucre y la élite quiteña.

Quito era todo. Las hoyas, quebradas, nevados y las “sagas” de indios andinos también pasaban por ese proceso de educación. Ecuador país andino (¿?). Ya la reciedumbre del Archivo Histórico del Guayas me releva de cualquier comentario que minimice la presencia chola, montubia, zamba y de la negritud costeña en la verdadera Historia Nacional.

Este 10 de agosto los capitalinos y alguno que otro guayaquileño trasnochado renovaron esa centralidad de unidad nacional en torno a la capital de la república como si Quito fuera la gran madre de este país. Y la paradoja es que este show lo orquesta un guayaquileño renegado, pero guayaquileño al fin y al cabo es la personificación de ese poder centralizador de ese que les encanta en Carondelet. Al auto entregarse la banda presidencial precedido por un exceso de procesos electorales propios de democracias plebiscitarias (democracias donde todos tienen derecho a hablar, pero nadie la obligación de hacerlo coherentemente), Rafael Correa Delgado completa en Quito, una vez más, el cerco centralista en el Ecuador. Hoy hemos retrocedido 30 años, cuando menos.

Tal como lo dije en entregas pasadas, Quito así como Guayaquil, identifican sus intereses y eligen electoralmente a quienes pueden entender esos intereses y defenderlos. Guayaquil confió otra vez en Nebot y Quito en Correa. Las cartas están echadas y el cerco una vez completo, empezará a cerrarse para estrujar. Ya lo entiende así Jimmy Jairala y ha preferido ser amigo de los dos. Hasta se unió el pasado lunes 10 de agosto a las ovaciones que le propinaron los invitados a la toma de posesión.

Guayaquil, sin entender todavía que sin Guayas es una ciudad muy importante y nada más. La provincia la perdimos por unos miopes desgastados y sentados 16 años en un sillón. Milagro ya alista maletas para dejar la unión guayasense. ¿Ahora pretendemos perder nuestra poca autonomía de gestión municipal? No veo moverse gente ni capitales en Guayaquil entorno a ideas claras de participación ciudadana y reacción contestataria. ¿Y la Junta Cívica? ¿Cuál? ¿La de los pelucones con miedo a perder su patrimonio a manos del SRI? ¿La de los chiros que no teniendo que perder, tampoco tienen cómo financiar acción? ¿Y la Junta Cívica Popular? La pelaron. Ya se quedaron sin Cuero…

El bicentenario ha seguido su marcha y Correa fue el centro del festejo. No hay novedad en esto. Hoy, repito, el cerco está cerrado y comienzan a darse los primeros pasos en la radicalización del Socialismo del s. XXI. ¿Qué vamos hacer al respecto? Guayaquil, Nebot y las élites económicas y sociales de esta ciudad (aunque viven en la parroquia satélite de otro cantón) tienen la palabra. ¡Hablen!

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No hay comentarios

  1. En realidad da pena, como observador a la distancia, que un pais tan pequeño como el Ecuador, retroceda a comparaciones regionales para dar a uno o al otro mayor importancia historica.

    La verdad de todo esto es que resalta la falta de union en el pais. El problema no es el guayaquileño, quiteño, o cuencano, es el ecuatoriano soberbio y miope que no ve mas alla de su propio interes.

    Ahora tenemos a Correa con una nueva Constitucion y a otros que quieren escribir una nueva historia del Ecuador con matices regionales.

    ¿Abdón Calderón Garaycoa fue heroe por sus acciones heroicas por la independencia de Guayaquil o del Ecuador?

    Ahora resulta que hay libros serranos. Hasta que punto llegara la ceguera regionalista. No creo que haya existido una ley que solo permitia a quiteños ser autores de libros de Historia del Ecuador.

    Porque no valorar las caracteristicas regionales de cada provincia, ciudad y ciudadanos sin buscar meritos egoistas, para calificar de «mejor» a uno u otro.

  2. Dejemos que el pueblo iluso celebre la gran mentira del «bicentenario», porque un grupo de la alta alcurnia quitenia,(uno de ellos botado de su trabajo por el Conde Ruiz por mal manejo de fondos reales), lideraron la insurgencia de Agosto, QUE JAMAS FUE INDEPENDENTISTA SI NO QUE AL CONTRARIO FUE EN RESPALDO AL REY DE ESPANIA FERNANDO VII.
    Sr. Crowe, para su informacion, Abdon Calderon fue el abanderado del batallon Yaguachi, perteneciente a la Republica de Guayaquil,(Guayaquil ya era independiente)que peleo en Pichincha para liberacion de lo que hoy llamamos Ecuador.La bandera que llevava en sus manos era la celeste y blanco de la Republica de Guayaquil.

  3. Respetuosamente: esto no es cuestión de apenarse, ni de ningún otro tipo de mojigaterías o embelecos seudo-unitarios. Es cuestión de frentear, de decodificar la hipocresía de una revolución vaciada de contenidos y enrrumbada a perpetuar en el poder al líder de los resentidos sociales.

    Francisco ha tenido la virtud de opinar lo que opina (así, con retruécano y todo) no lo que le mandan a escribir sus instintos colectivistas, ni la des-educación de horda bolivarianista que ya se hizo «ley» en el país maldecido por el petróleo y que ya está siendo franquiciada por los genios del neonazismo marquetinero de nuestra majestad rosada.

    Quien ha escrito este artículo probablemente incurra en algún equívoco histórico o se ubica valientemente en las antípodas de un historicismo politizado. Realmente no lo sé a ciencia cierta. Pero sí estoy convencido de que es un acucioso investigador del proceso autonómico a nivel nacional y mundial. Un analista de las ventajas socio-económicas del autonomismo y de la urgencia de concretarlo en nuestra pequeña Patria ¡ya!. Un guayaquileño a carta cabal que no comulga ruedas de molino de la falacia bolivariana; que sabe que mientras se comentan injusticias expresas y omisiones imperdonables contra Guayaquil, el Ecuador será el de siempre: un país pegado con baba; una triste dicotomía regional exacerbada por quienes gozan del burocratismo cómodo y corrupto fatuamente posicionado desde y por la visión interandina de la realidad nacional, la cual siempre ha invisibilizado el devenir de nuestras sociedades costeñas y ahora en nombre de ídolos históricos con pies de barro, quienes instauraron autoritariamente el militarismo venezolano como modelo de administración político-estatal, nos quieren vender la idea de que abandonemos nuestra aspiración y vocación autonómica, nuestras raíces liberales y nos rindamos al mito y la vergüenza con tal de recibir unos centavitos a través de los bonos que alimentan los petrodólares.

    Si después, toda esta estulticia se concreta y la derecha -tal como lo hace ahora- nada dice en concreto, más bien llora, gime, critica entre dientes al correísmo e incluso pacta por debajo, que no se venga a quejar que no hubo quienes sí denunciaron a su debido tiempo con coraje argumental y no con monsergas, tal como -por desgracia- lo ha venido haciendo de un tiempo para acá el grupo Alvarado y Cía.

    Escuchemos lo que nos dice sabiamente la Historia, no lo que nos conviene interpretar.

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