18 abril, 2024

Democracia

No cabe la menor duda de que las elecciones del 26 de abril fueron un ejercicio democrático del pueblo ecuatoriano. Pero tampoco cabe la menor duda de que desde la campaña los principios democráticos fueron manipulados por el Gobierno nacional para favorecerse en los resultados electorales.

Los abusos cometidos por el Gobierno con los fondos públicos para su beneficio electoral son innegables y de ello hemos sido testigos todos los ecuatorianos, en muchos casos hasta el punto de hastío por la insistente propaganda oficial. Para algunos, esos actos gubernamentales han sido aceptables como parte del juego político democrático. Para otros no, pues ha sido juego político sucio al obtenerse ventajas que los demás candidatos no han obtenido, y de paso con dinero de los mismos contrincantes, pues los fondos públicos son de todos, sean estos tirios o troyanos. Así, la balanza democrática se inclinó artificialmente para favorecer el status quo.

Entonces, tenemos como resultado elecciones que son democráticas en cierta medida, pero no dejan de ser cuestionables por la manipulación oficial que sufrieron. Los problemas en cinco cantones no son más que el reflejo de la manipulación de lado y lado, para tratar de inclinar la balanza.

Bien, una vez superado la fase de votación, viene la de escrutinios y proclamación de resultados, las que se realizarán con la misma tónica que con la campaña y las elecciones. Pero una vez completados los pasos, se posesionarán los elegidos y deberíamos emprender en un proceso administrativo para implementar la nueva Constitución y sus leyes. Pero, ¿lograremos que ese proceso administrativo se ejecute en democracia? Hay dudas al respecto, pues si en la fase de campaña fue manipulada la democracia, ¿qué seguridad tenemos que en la administración no se continúe con la misma mala costumbre?

Hay que tener muy claro el concepto democrático. Los inventores del él lo concibieron como el ejercicio directo del poder por parte del pueblo, porque el pequeño número de habitantes permitía que todos pudieran ejercer el poder colectivamente; pero luego, al incrementarse la población, se hizo necesario pasar a la democracia representativa en la cual el pueblo delega el poder a sus representantes. Se perfeccionó al crearse los poderes y repartir el poder, siempre con la legitimidad de representación y con equilibrio de poderes, lo que aseguraba que no se abuse de la representación otorgada.

Pero de aquello a lo que tenemos actualmente en el Ecuador hay una distancia muy grande, pues el poder ejecutivo ha absorbido prácticamente todos los poderes en sus propias manos, lo que se aleja del principio básico de la democracia.

Sin embargo, nadie puede negar que una mayoría de electores dio al ejecutivo un nuevo mandato. La cuestión es si esos electores se lo dieron para que conculque la misma democracia y pase a ejercer el poder como una autocracia. He allí el dilema que la misma democracia ha creado. ¿Es democrático entonces ser autocrático? Así lo fueron los países detrás de la cortina de hierro y lo es Cuba…

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La problemática de fondo de nuestro mundo es moral y, por tanto, personal. El día que la moral empape el pensar, el hablar y el actuar de las personas, el mundo cambiará. Incluso las estructuras económicas, políticas, administrativas, judiciales y legislativas cambiarán, si cambian las personas, porque las estructuras son lo que las personas que las hacen. Si nos empeñamos en transformar sólo las estructuras y no nos preocupamos de las personas, nos condenaremos a ser los mismos perros, con distintos collares. La tan traída y llevada “corrupción”, no es otra cosa que la inmoralidad de las personas proyectada en las estructuras. La inmoralidad de una persona es como la lepra; la inmoralidad es la lepra del alma. Así como la lepra física afecta a la persona, pero tiene unas repercusiones sociales, así la lepra del alma. En el Evangelio de hoy aparece un leproso que resuelve su problema cuando acude a Dios. Igual que sucedió con aquel leproso, sólo el día que cada leproso moral, cada inmoral, cada uno de nosotros, usted y yo, el administrador, el juez, el legislador, el banquero, el obrero… volvamos a Dios, tendremos hombres ‘limpios’ y, consecuentemente, un mundo limpio, una sociedad nueva… En este sentido, el cristianismo es un personalismo.

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  1. Aunque estoy de acuerdo con la mayor parte de su planteamiento, pienso que lo más execrable de la campaña política de Alianza País ha sido la corrupta manipulación de los integrantes de los tribunales electorales, que arranca desde la venal complicidad de Jorge Acosta para facilitar el juego sucio que otorgará poderes dictatoriales a Correa, constitucionalmente entre comillas. Estamos viviendo en una democracia de pacotilla.

    Irene Hurtado Y.

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