28 marzo, 2024

Control de Precios, un error económico con un aplausos políticos

“Desgraciado el pueblo y siempre precaria su constitución, si su bienestar debe depender de las virtudes y de la conciencia de ministros y políticos”

Bernard De Mandeville

Imaginemos la siguiente escena: raudo un hombre que viste de saco y corbata y su guardia entra al mercado donde en cientos de puestos se expenden toda clase de víveres, revisando un papel que hace las veces de recordatorio del listado oficial de precios, se da cuenta que en varios de los puestos los precios son superiores al precio oficial, sin mediar explicación alguna acusa de “especulador” al comerciante y lo compele a bajar los precios para no aprovecharse del “hambre de pueblo” so pena de ir a la cárcel.

Ante tal acción, casi todos los compradores aplauden y justifican la acción del ahora popular funcionario, que con la legitimidad que le da la “masa” y la “fuerza de la Ley” sigue en su tarea de desmerecer las leyes de la ciencia económica. Pero no sólo los compradores aplauden, hasta los medios de prensa en sendos reportajes exigen que el funcionario vaya a los mercados y obligue a que los vendedores cumplan el listado oficial de precios.

Esta escena no es extraña en Ecuador, pues vivimos en una economía que continuamente se ve alterada por un sinnúmero de intervenciones estatales, que inconsciente o deliberadamente violentan las más elementales leyes económicas (Ley de oferta y demanda). El control de precios fija de forma arbitraria precios máximos y mínimos bajo la bandera del bienestar social, pero las consecuencias lógicas de estas medidas se comienzan a sentir en el corto plazo cuando comienzan a escasear los productos regulados y se evidencia mayor desempleo.

La ley de la oferta y demanda es a la ciencia económica, lo que la ley de la gravedad es para la física, se cumple nos guste o no. Si alguien trata de ignorar la ley de la gravedad y se lanza desde la azotea de un edificio de 10 pisos, de seguro pagará muy caro su ignorancia, lo mismo sucede si alguien no toma en cuenta la ley de OyD.

La ley de OyD nos dice que si aumenta la demanda de un producto (manteniendo la oferta constante) su precio tiende a aumentar, este incremento opera como una señal poderosa que dice a las personas “oportunidad de ganancia”. Así, los recursos se comienzan a dirigir al sector donde los precios y la posibilidad de obtener lucro sean mayores. Luego, la oferta en este sector aumenta, e impulsados por la competencia disminuyen los precios; de esta forma su demanda tiende a aumentar y así sucesivamente se desarrolla una interacción dinámica que se extiende en el tiempo.

Por otra parte, los precios proporcionan información a los consumidores y vendedores sobre las preferencias de los individuos de una sociedad. Por tal motivo es de vital importancia que los precios se muevan libremente, pues deben transmitir las necesidades de los demandantes a los oferentes y con ello conseguir que sus demandas sean satisfechas. En otras palabras, los precios no son más que el cruce de valoraciones entre compradores (demandantes) y vendedores (oferentes). Así, teóricamente es evidente cómo la interacción dinámica entre oferta, demanda y precio son la guía y la base de un orden económico espontáneo de una sociedad.

 

Control de precios en la práctica:

 El más común de los controles de precios son los precios máximos. Supongamos que el precio de un saco de arroz en el mercado libre previo la cosecha es $5,00 y por un problema climático la cosecha se ve afectada y la oferta disminuye incrementando el precio de mercado Pe a $6,00 (Ver Gráf. #1). Y en este momento aparece nuestro eficiente funcionario del gobierno decretando que el precio máximo Pr del saco de arroz es $4,00. Si nos damos cuenta en el gráfico #1, a un precio de $4,00 la cantidad ofrecida (cruce de Pr con la curva de oferta, Qo), es decir lo que están dispuestos los productores a proveer son 4 sacos; mientras que, la cantidad demandada (cruce de Pr con la curva de demanda, Qd), lo que están dispuestos los compradores a demandar son 8 sacos. Por tanto, la consecuencia del control de precios es un exceso de demanda de 4 sacos de arroz, que se traduce en colas en las tiendas que vendan arroz y rompimiento de inventarios, llegando la escasez. En este caso los que se beneficiaron del precio artificialmente bajo son los que primero llegaron al mercado, pues consumieron más de lo que hubiesen hecho a un precio de mercado, mientras que los que llegaron al final, no van a poder obtener el producto. El precio es un mecanismo natural de racionamiento del consumo que permite la correcta distribución de los recursos escasos.

 En el caso de los precios mínimos, sucede lo contrario a los precios máximos, en lugar de rotura de inventarios existe exceso de inventarios. Supongamos que el precio de la caja de banano en el mercado libre Pe es de $6,00 (ver Gráf.: # 2), pero debido a quejas de los productores al gobierno, nuestro eficiente funcionario gubernamental vuelve a aparecer para decretar que el mínimo va a ser de $8,00. Al precio mínimo de $8,00 la cantidad ofrecida va a ser de 8 cajas de banano; mientras que, la cantidad demandada sólo van a ser 4 cajas, es decir, se producirá un exceso de oferta. Las bodegas se llenarán de las cajas de banano porque no habrá demandantes dispuestos a pagar. Esto origina desempleo porque la empresa que produce banano forzosamente deberá contraer su actividad debido a que antes se expandió por la errada información que le proveyó el precio artificialmente alto.

En ambos casos, precios máximos y mínimos, no es el funcionario quien paga las consecuencias de ignorar la Ley de OyD, sino toda la sociedad.

 

Control de precios en la historia:

Durante la historia de la humanidad existen numerosos ejemplos que describen los funestos resultados de los controles de precios. Robert L. Schuettinger y Eamon F. Butler en su libro “Forty Centuries of Wage and Price” nos brindan ejemplos muy ilustrativos sobre el tema:

  • Por el año 58 A.C., en el Imperio Romano, las leyes sobre granos tuvieron un efecto contraproducente. En aquella época, cada ciudadano tenía derecho a obtener trigo sin costo alguno. La consecuencia lógica de esta ley sorprendió a las autoridades, puesto que la mayoría de los agricultores abandonó los campos y optaron por irse a Roma para conseguir así trigo gratis. Otra vez, la escasez de trigo fue el resultado de esta regulación.
  • Amberes, siglo XVI: Unos malentendidos controles fueron decisivos en esta ciudad de Bélgica. Entre 1584 y 1585, Amberes fue sitiada por fuerzas españolas al mando del Duque de Parma, quien quería mantener el Imperio Hasburgo en lo Países Bajos. Puesto que lo primero que escasea en una ciudad sitiada son los alimentos, con el consiguiente aumento de los precios, los jerarcas de la ciudad reaccionaron; por tanto, dictaron una ley que fijaba un precio máximo para cada artículo alimenticio, con severas multas para quienes las violenten. Estas medidas redujeron los incentivos a quienes antes proveían de alimentos a los belga
    s, ya que, como sus precios estaban fijos y bajos, la poca o nula rentabilidad no compensaba el riesgo para abastecer a la ciudad. Por otro lado los ciudadanos de Amberes seducidos por precios bajos, consumieron más de lo razonable y, en un corto lapso de tiempo los alimentos se agotaron y la ciudad tuvo que rendirse ante el Duque.

  • En 1770, la provincia India de Bengala, tuvo un pésimo año con su cosecha de arroz y la tercera parte de la población murió de hambre. Varios investigadores atribuyen este hecho a la rígida política gubernamental que procuraba mantener bajos los precios de los granos, en lugar de que éstos se determinen por su nivel natural de precios. Noventa y seis años más tarde la provincia de Bengala estaba nuevamente al borde de la hambruna, pero en esta ocasión su Gobierno siguió un procedimiento completamente diferente. En lugar de frenar el libre intercambio como había ocurrido en 1770, el gobierno hizo todo lo posible por estimularlo. En el primer caso se impuso la fijación de precios y falleció un tercio de la población; en el segundo caso, se permitió el funcionamiento de un mercado sin obstáculos lográndose mantener un mejor abastecimiento de sus productos.

Estos son algunos de los innumerables controles de precios que han sido aplicados y que han terminado en completo fracaso. No obstante, nuestros gobiernos siguen insistiendo en estas mismas políticas con sus efectos ya conocidos. Estos repetidos errores, se deben mas bien, a que una política de control de precios ataca a los efectos y no a las causas del aumento de precios.

En otras palabras, un Gobierno que en tiempos de precios altos hace todo lo que pueda por frenar la especulación, actúa tan insensatamente como una madre ignorante que trata de bajar la fiebre de su hijo poniendo hielo en el termómetro. La única forma de evitar la escasez es mediante una mayor competencia; la misma, que se entiende como la ausencia de trabas legales para la entrada y salida de los mercados. De ahí, que otro principio universal en economía es la Ley de la Competencia, que establece: “Mejor calidad de producto y menor precio es directamente proporcional a mayor grado de competencia; mientras que a menor grado de competencia, precios más altos y menor calidad de producto”.

Con lo cual, si el interés de los gobernantes es que sus ciudadanos puedan acceder a mayor cantidad de productos a un precio menor, paradójicamente, las medidas a implementarse son que el gobierno no intervenga en ningún mercado; y, mas bien, cumpla eficientemente su rol, que es el de brindar seguridad jurídica y protección de los derechos naturales (vida, propiedad y libertad) a sus ciudadanos. Como corolario, hay que aprender de la historia y no menospreciarla, pues nos deja grandes enseñanzas que nos ahorran pesares, no nos dejemos engañar por la retórica interesada de los grupos que se benefician del “status quo”, una política de control de precios siempre será dañina, el interés público es que se deje funcionar al mercado en total libertad, pues es la única manera de generar más progreso, con lo cual se asegura a los ciudadanos productos de mejor calidad con menores precios.

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No hay comentarios

  1. Es bueno haber leido este artículo, ahí recien me entero que si existe la oferta y demanda, yo pense que era arbitrariedad de los comerciantes o a lo mejor que no había autoridad alguna para realizar los respectivos controles de precios, ahora en los derechos que tenemos los consumidores ¿que? ¿es letra muerta sobre este derecho? que mismo estara pasando de lo mismo (me salió el cholito? , en fin lo que es claro que estamos en el país de ABSURDISTAN – donde todo es posible – pero en contra del pueblo.

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