Réquiem para el 34

El padre, Enrique Arosemena Baquerizo; el padrino, Juan José Illingworth Niemes; la madrasta Susana González, los deudos de BOPÁN y demás amigos que fueron del extinto, tenemos la penosa obligación de comunicarles el sensible fallecimiento, acontecido en la ciudad de San Francisco de Quito el pasado 10 de diciembre de 2008, de quien en vida fue: “El Artículo 34 de la Ley de Descentralización y Participación ciudadana”. El artículo 34 dejó de existir a la edad de 11 años, luego de una vida muy fructífera en justicia para la costa y de una larga enfermedad que provocó en los medios financieros de la Capital.

Probablemente muchos de ustedes no lo conocieron, pero el 34 fue un artículo realmente muy importante. En dicho artículo se obligaba a todas a las instituciones públicas, sí, a todas, a invertir sus activos financieros equitativamente entre las regiones del país; específicamente, debían invertirlos 50% en las instituciones financieras de la costa y galápagos y el otro 50% en las instituciones de la sierra y el oriente, so pena de destitución del funcionario responsable en la respectiva entidad estatal.

Bancos y Financieras de Manabí, Guayaquil y de la provincia de El Oro, se beneficiaron directamente del artículo 34, y con ellos, aún sin saberlo, sus empleados, sus clientes locales y, en general, los habitantes de sus ámbitos de influencia.

¿Por qué fue necesario introducir este artículo?, porque las instituciones públicas son manejadas en Quito y siempre habían favorecido con sus depósitos e inversiones a las instituciones financieras de la capital que autoproclama ser “la de todos los ecuatorianos”.

El nacimiento del 34 se produjo en 1997 luego de un pedido del Economista Enrique Arosemena Baquerizo, en ese entonces Presidente Ejecutivo de la Bolsa de Valores de Guayaquil. La primera versión la escribí yo y obligaba a una estricta proporcionalidad de la inversión, según la población de la provincia. Arosemena me hizo notar que algunas provincias no cuentan con instituciones financieras, por lo que modificó acertadamente la redacción. En esa época yo era miembro del “Plenario de las Comisiones”, un subconjunto de legisladores que a diferencia del Pleno sesionaba todo el año y en el cual con apenas 15 votos a favor se podía fabricar leyes. La diputada Susana González estaba feliz viendo que su coideario Moeller quien presidía las sesiones, hacia aprobar su extenso proyecto a manera de aplanadora. Luego de varios días de trabajo, cuando ya se habían aprobado 33 artículos, presenté en secretaría el texto y Moeller, en un gesto que todavía aprecio, me consiguió rápidamente el apoyo y voto de todos los presentes. De todos menos una, la madrasta Susana, en quien el texto había provocado lo que los biólogos llaman un “rechazo” a cuerpo extraño.

A lo largo de estos 11 años los quiteños con Patricio Peña a la cabeza hicieron decenas de intentos para derogar esta obligación a la equidad regional; gracias a la labor de Arosemena no prosperaron. Pero ahora que la Bolsa de Guayaquil está dirigida por Rodolfo Kronfle y sus amigos, el 34 llegó a su fin. Ni una voz de protesta, ni una lágrima en público, ni aún por ser sus directos beneficiarios. Con pena pero sin gloria fueron vencidos por el temor a las represalias políticas y las amenazas del ministro Páez.

Paz en la tumba del 34, el cambio de época exige que todo se recentralice en Quito.