Cegueras Voluntarias y Selectivas

En un país que vivía una democracia incipiente, pero democracia al fin, irrumpió, paradójicamente por la vía democrática , un gobierno que anunciaba que se divorciaría de aquella . Todo un acertijo o un simple galimatías ,cosas que en primera instancia no suelen entenderse , si no fuera porque la aventura que estamos viviendo responde al patrón identificado con los gobiernos oscurantistas de un viejo socialismo que busca replicarse en el siglo veintiuno con sus mismas taras . Con otros personajes, claro está. Y con distintas víctimas, por cierto . Las de antaño maduraron y hoy reniegan de él. Pero, por lo visto, la terrible experiencia no ha bastado.

La moral marxista sigue siendo el eje de un sistema corrupto que no ha sufrido cambios significativos. La ideología que la sustenta ofrece a todos sus adeptos gobernantes, una dispensa que torna correcto lo errado, saludable lo insano y, en el peor de los casos, sus anacronismos y decrepitudes sólo serían errores administrativos, cometidos de buena fe bajo el noble impulso de una revolución en marcha. Sus acciones y sus omisiones , por torpes o fraudulentas que fueren, siempre tienen una explicación que luego enarbolan como sagaz, ingeniosa y moralizadora. Llegan a tener una idea tan superior de su propia moralidad que, al escucharles, se creería que vuelven honesta a la corrupción cuando incluso disfrutan de ella . Los “pativideos” fueron el primer ejemplo de lo que digo. Y tan convencidos quedaron de que su inventiva fue aceptada por un electorado entusiasta y fiel, que esta vez han reeditado el episodio con algunas variantes y con mayor fanfarria.

Sólo cuando no hay escapatoria o coartada legítima es que se apela a los chivos expiatorios. Hoy hemos descubierto que esa vieja artimaña ofrece una peculiaridad : ampliar el manto delictivo que cae sobre los corruptos de turno , extendiéndolo a funcionarios de anteriores regímenes que, a juicio del tremendo Fiscal, habrían cometido iguales o mayores fechorías.

Lo que está aconteciendo con los ministros del Deporte (además de inducir a pensar que la corrupción habría llegado a ser una práctica deportiva más ) , es simplemente vergonzoso. Tras tres o más años de los supuestos ilícitos , el Ministro Fiscal General los trae a colación y talvez crea que con ello se torna “compartible” esa práctica corrupta . Su miopía – más aún, su voluntaria ceguera – sólo es superada por su grandilocuencia e histrionismo. Iracundo con los ex . ministros Tapia y Cevallos , guardó singular prudencia con Carrión, el amigo de Correa , quien gozó de tiempo suficiente para agradecer públicamente al Presidente por la oportunidad brindada ( ¿ cómo no agradecerle? ¿Querrá otra oportunidad ?) y desaparecer violando la prohibición de ausentarse, única medida cautelar solicitada.

La explicación casi es obvia : la supuesta corrupción de los dos primeros respondería a ” intereses de clase” , a ” prácticas burguesas”, a ruindades de la “larga noche neoliberal”. Lo de Carrión ( 41 contratos , entre inconclusos, mal ejecutados y no ejecutados ) sólo implicaría haber sido engañado por sus subalternos y, en todo caso, nunca comparable con los supuestos actos de sus predecesores neo liberales. No es preciso realizar especiales ejercicios mentales o morales para concluir que si Tapia y Cevallos fueron deshonestos, deben ir a la cárcel tras sus debidos procesos. Y que tampoco se exima al “amigo” de purgar las raterías descubiertas , si éstas le son imputables.

Empieza a hacerse significativa la lista de funcionarios cuestionados pero protegidos por el actual gobierno. Basta que sean amigos comunistoides para estar libres de toda sospecha. El marxismo en el poder, por definición, elimina toda posibilidad de contradicción, escamoteando así la renovación política e institucional del país , de la que tanto se alardea.

La moral de esos gobiernos , como lo vimos con la Unión Soviética, con los paises satélites, con la Cuba castrista ( la misma que Fidel condujo a un subdesarrollo que no existía antes de la revolución ) , ha reposado sobre un cierto arte de seducir a las multitudes, arrogándose la facultad de decidir lo que es corrupto y quiénes son corruptos, contando con la complicidad de quienes debieran actuar oficiosa e independientemente de sus sectarias directrices .

En el ámbito de su propia moral, ellos son buenos y justos. Los demás , perversos, ávidos de lucro, ingratos , pícaros liberales. Mas, creerse buenos y justos, no les habría impedido practicar los vicios atribuidos a sus contrincantes ideológicos. Como ocurre con los malos feligreses de cualquier religión, profesar el comunismo y cometer inmoralidades no resultarían ser incompatibles. Mas, enmascarar todo detrás de un trillado romanticismo revolucionario y cometer fechorías a la vez, es condenarse irremisiblemente a la caída.¿Cuándo comprenderán que el socialismo no es reformable y que su estereotipo es el de una economía inmovilizada por obra de un régimen que promueve la escasez compartida ? ¿ Acaso no estamos comenzado a vivirlo ?