19 abril, 2024

¡Mediocridad!… ¿una postura ante la vida?

Sí, en efecto, muy poca gente busca la constante superación personal desde la vertiente de su sano desarrollo psíquico. La gran mayoría piensa que siguiendo tal o cual profesión, obteniendo un título o haciéndose de una experiencia que más tiene que ver con la mecanización que con la automatización se logran resultados exitosos en la vida… ¡nada más equivocado!.

Se descuida, y con largueza, aspectos tan importantes como vitales para una vida sana y equilibrada, tal cual el desarrollo emocional. Los obscuros aprendizajes enraizados en nuestro intelecto y representados por los filtros cognitivo-afectivos, las emociones destructivas, los antivalores y las creencias obnubilantes hacen que el raciocinio no muestre todas sus potencialidades.

En efecto, la razón y la emoción son, sin dudas, la sinergia perfecta en el camino de la mejora continua para la percepción individual y grupal del éxito en la gestión de vida. El resultado, cuando vemos los letales resultados de la mediocridad en la práctica, lo que podemos captar es envidia escondida en palabras, gestos y actitudes, venganza en el hacer todo el daño posible al sujeto de escarnio, dudas pues no se sabe cómo actuar, ofensas pues los argumentos son escasos y pobres, manipulación de otros para lograr fines deleznables, no aceptación de la verdad pues los pone en evidencia, y lo que es peor, reconocimiento tácito de que los daños tarde o temprano repercuten en terceros… a veces inocentes seguidores…

Hace muchos años escribí sobre este tema en un diario guayaquileño y me hacía eco de las palabras de Facundo Cabral al decir que “los mediocres son temibles”, “su poder radica en que… ¡son muchos!, y no hay forma de enfrentar tal cantidad de elementos”. Sin embargo, me resulta contraproducente que en un alto porcentaje de casos los mediocres –aquellos que se aferran con brutal egoísmo al no mejoramiento personal y de otros- han hecho de su postura una… ¡postura de vida!. Se solazan en sus actitudes, tratan de encontrar individuos afines para afirmarse y desarrollan un disfrute evidente al ver… “que se salen con la suya”. Allí hay toda una patología que con seguridad corresponde a los siquiatras evidenciar, conmigo, educador y observador de la conducta humana, tan solo reflexionaremos sobre las actitudes reconocibles en los mediocres, la manera de enfrentarlos y los “antídotos” probables para lograr que tan fatal enfermedad no se propague entre nuestros niños, niñas y jóvenes, testigos expectantes de las conductas de sus mayores… ¡que somos nosotros!

Un mediocre carece de lo que llamaría… “capacidad para la reflexión objetiva”, está lleno de filtros como el de la soberbia, la visión de túnel, la polarización mental y la baja autoestima. La humildad y la sencillez no son por tanto rasgos distintivos al observarlos. Es egoísta en sumo grado y por tanto no le interesa tanto el futuro como su bienestar y logros “cueste lo que cueste” en el presente, acoge a todos los que le sigan obedientes y preferiría no tener que enfrentar a quienes lo critican, no ven a la retroalimentación como un obsequio sino con temor de quedar en evidencia. Si es posible rehuyen el contacto directo con los demás y sufren mucho en el fondo por no encontrar caminos ni derroteros pese a que no los buscan. En fin, bastaría leer el libro “El hombre mediocre” de José Ingenieros para complementar la “radiografía”. Existe sólo una manera de enfrentarlos que es mi entender el no repetir sus trucos y sus desvaríos, además de la reflexión objetiva y clara de hechos –si se lo permite, indudablemente-. El mediocre enquistado en colegios, escuelas, fábricas, tiendas, bancos, partidos políticos y hasta en los organismos de control gubernamental sienten verdadera aversión por quienes pueden hacer gala de una felicidad espontánea y manifiesta y de todos aquellos que disfrutan de su éxito y del éxito de los demás, así como de los que han aprendido a no permitir que “una conquista los conquiste ni que una derrota los derrote”. El mediocre no puede entender la apertura y sensibilidad de quienes son antítesis de la mediocridad, del hombre libre en resumidas cuentas…

“Antídotos”, una buena educación, formación desde la familia, preparación permanente en valores humanos que cambie la “Cultura” centrada en la mediocridad y en la pereza, rescate del diálogo y de la argumentación en la interacción humana, cambios en las metodologías existentes, trabajar desde abajo para cambiar esta… “postura en la vida”, que parecen adoptar muchos ecuatorianos y que a lo único que los conducirá es a una vida signada por el dolor, la angustia y el rechazo de quienes ven los resultados de la mediocridad… sobre todo cuando sus representantes han de educar a otros o han de guiarlos en la vida….

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