29 marzo, 2024

La danza de las cifras

Cuando nos enfrascamos en temas políticos, lo que ronda en nuestros cerebros tiene que ver con la moral , con la ética, con concepciones patrióticas o patrioteras, con los odiosos nacionalismos , con la pobreza, con la nobleza de ciertos postulados, con la miseria humana , entre otros protagonistas de este gran matadero en que se ha convertido nuestra política. Las cifras no pesan, en primera instancia. Uno se limita a afirmar · “esto es bueno, loable, indecente o perverso”.

Pero ¿ cuánto hace falta para que sea bueno ? , ¿ Cuánto para que no devenga perverso? ¿ Cuánto para impedir que una buena idea degenere en torpeza ? Surge entonces la necesidad de cuantificar. Y las cifras comienzan a exigir ser reveladas, al descubrirse que temas plausibles derivan en insensateces o en sandeces, porque los implacables números no fueron consultados previamente o se los consideró irrelevantes.

¿ Educación superior gratuita ? ¡ Qué maravilla ! Aunque mucho temo que, fiel al sectarismo gubernamental, la gratuidad se la haya concebido también para abominar de la educación privada, acusada de mercantilista y de responder a intereses que aseguren la subsistencia de la brecha educativa sobre los del llano, condenados a recibir una devaluada educación del MPD.

Predominar a través de la educación privada habría sido la consigna del depravado capitalismo neoliberal, destinada a consolidar la supremacía de “pelucones & hijos”, titulares de las oligarquías, de los oligopolios, de los grupos de presión, de las coimas y de todos los males ecuatorianos. Todo eso acabaría . De hoy en adelante, la educación superior gratuita que brinden las 26 universidades y escuelas politécnicas, democratizará la educación superior y desaparecerá el “gap” cultural existente . ¿Quién puede negar la bondad de tan revolucionario intento ? Mas, ¿podremos pagarlo? ¿Qué dicen las malditas cifras ? ¿Se acabarán las colas de estudiantes que pugnan por ingresar a universidades privadas ?

Bajo la óptica del joven universitario, lo primero es lo primero :

¡ Dejen de cobrarme ! es el grito de quienes fueron seguidores del Sí, guiados por un pragmatismo económico que les indujo a enajenar sus votos. Pero las cifras comienzan a danzar : 25 millones dice la Ministra. Que eso sólo alcanza para Quito, dicen los estudiantes, esgrimiendo cifras que duplican su monto y acusando a SENPLADES de no conocer la realidad de la educación pública ecuatoriana.. Ciento y más millones, afirman los analistas. Y los estudiantes, ya airados, anuncian marchas y vandalismos al viejo estilo universitario. Al problema se suma que la odiosa educación superior particular – aquella que, a despecho del oficialismo, llena las universidades en el mundo entero – , no podrá tener fines de lucro. Ha sido saboteada la libre empresa educativa : cubrirá sus costos con aranceles que no generen réditos y sean, además, autorizados por un organismo contralor dominado por la U.N.E. Las perspectivas son infelices. Los trasfondos y las cifras en juego frenan las esperanzas. ¿Qué ocurrirá con la educación ecuatoriana si esta entelequia colapsa a medio camino mientras la malquerida educación privada agoniza ?

Por otra parte, ¿ habrá algo más “patriótico” que ver a todas las amas de casa del Ecuador recibiendo atención gratuita del IESS, sin pagar a cambio valor alguno ? ¡Habremos alcanzado el paraíso por la vía constitucional! Qué fácil resultó lograrlo, gracias a asesores redactores cuya identidad se diluye entremezclada con la de los somnolientos asambleístas. Un abogado laboral calculaba – conservadoramente, según me expresó – que más de un millón de amas de casa entrarán a gozar, sin contraprestaciones, de esta nueva muestra de paternalismo. Un millón y más de mujeres reclamarán camas y medicinas que hoy no alcanzan ni para los afiliados. Un millón y más exigirán cirugías. Un millón y más clamarán por prestaciones de toda índole. Y todo costeado con dineros de los afiliados a un IESS irremisiblemente condenado a la quiebra inmediata. Hay cosas que se ven sin siquiera hurgarlas ni preguntarlas. Los redactores de la norma constitucional no fueron revolucionarios , como se ufanan. Fueron perezosos e ineptos. Las cifras no tenían para ellos – ni tienen, aun – importancia. Pero emergerán, insultantes y lapidarias, cuando de aplicar la norma se trate. Será el momento en que el país comience a arder.

Sí, lector(a) , aprestémonos a considerar que en política los números no cuentan cuando quienes ejercen el poder disfrutan de resultados electorales que , bien mirados, fueron fruto de la exaltación de voluntades ingenuas, desesperadas y honestas, empujadas desaprensivamente a la beligerancia. Voluntades alimentadas con odio, con promesas y comparaciones que nos desunen. Mientras tanto, las cifras continúan danzando ominosamente, ligadas a instancias históricas que ellos mismos han creado y ante las cuales terminarán humillados e impotentes. Comprobaremos entonces ,tardíamente, que las cifras no perdonan.

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