18 abril, 2024

Llego la hora de luchar por nosotros

El error suele acompañar a la política como su propia sombra. Lo confirmamos casi a diario. Lo importante, sin embargo, es categorizar los errores, porque los hay simples (veniales, diríamos) y otros, capitales, donde la fraudulencia y el dolo hay que ponerlos al descubierto. La Justicia social es un tema lleno de sofismas en el proyecto constitucional y a la que se quiere arribar a través de Derechos y Soberanías que serán dogales para el Estado que los garantizaría y cuyo ejercicio sería a costa de degradar a la comunidad activa , emprendedora y productiva ……….hasta ahora.

Es formidable la aventura que nos toca vivir. Se trata de implantar una sociedad justa en un mundo evidentemente injusto. Correa así lo hizo saber ofreciendo milagros hasta ganar. Pero eso fue y sigue siendo demagogia, que deviene detestable cuando los dogmas justicialistas emergen en busca de una inalcanzable Utopía. Las fronteras entre liberalismo y socialismo marxista siempre estuvieron demarcadas por definiciones: unas privilegian el individualismo en libertad; otras, deliran con una justicia social impuesta igualitariamente. Conceptos que, admitámoslo, parecerían contraponerse. La libertad sin trabas es también la libertad del ambicioso, del banquero corrupto, del inversionista inescrupuloso, del bribón y de todo un universo de permisividades y mugres que generan innegable injusticia. Como contrapartida, la justicia social “impuesta” a todos a través de la aplicación de un rasero ideológico con el que aducen poder distinguir el bien del mal, deriva en el sometimiento de la personalidad individual al llamado interés colectivo , en cuyo nombre se han cometido las más empobrecedoras estupideces históricas. La fórmula revolucionaria y socialista siglo 21 es retrógrada: aspira a instituir un totalitarismo fascistoide con líderes mediocres (muchos de ellos ignorantes) y por una vía seudo democrática que sigue los pasos del fracasado Allende. Y todo esto se cuece bajo la premisa de que los ecuatorianos somos estúpidos para admitirlo. Creen, torpemente, tener derecho a joder un país a guisa de revolucionarios.

Lo triste es que no hay intención de buscar equilibrios. Muchos participamos de la idea de rechazar una sociedad en la que el dinero y los privilegios, ocupen un primerísimo y privatísimo lugar. Eso es tan embrutecedor como la acumulación desmedida de poder que hoy vemos y contra la cual nuestra conciencia moral reacciona. Algunas de las objeciones de Correa a gobiernos anteriores, son válidas , pero su balance personal es negativo por su malsana ambición totalitaria y sus yerros gubernamentales. Correa puede disentir de muchas cosas, pero no tiene derecho a mancharlas ni, peor aún, a negar a los demás el derecho a creer en ellas. Allí están los principios religiosos de los que, en un comienzo, se declaró seguidor, emulando a Fidel Castro y su famosa comunión. Exhibe como ejemplo al padre Gómez Izquierdo, mi compañero universitario que interrumpió la conferencia que daba Luis Jiménez de Asúa, afamado tratadista de Derecho Penal, cuando éste abogaba por el aborto bajo causales específicas. Gómez adoptó igual postura que las Iglesias Católica y Evangélica hoy tienen. Mal informante el de Correa, quien predica a la vez una filosofía política carente de autoridad intelectual e histórica , dando las espaldas al equilibrio social que debió buscar.

Debemos, pues, tomar partido quienes nunca hemos respondido a consignas partidistas, desechando la cínica mentira de que gente como usted y yo plegamos a la vieja partidocracia al impulsar el NO , como si no existiera una nueva y torva partidocracia en este gobierno. Se quiere intimidarnos para que sean otros quienes luchen por nuestros principios, y esa, ¡esa sí !, sería una decisión carente de moral. Además, la lucha da sentido a nuestras vidas en momentos de honda significación histórica como el presente. Por eso he tomado partido por el NO. Sabemos, convencidos, lo que hay que hacer y yo lo hago de la única manera que medianamente conozco: escribiendo. Debemos, sí, aclarar nuestro lenguaje, elevándolo a propuestas y condenas objetivas, diferenciándonos de los charlatanes que a diario aplauden una revolución despilfarradora. Sus embustes resultan insoportables hasta el punto que creo que ni ellos mismos se escuchan. Si lo hicieran, callarían.

La certidumbre del NO se acentúa y al triunfar nos obligará a actuar en democracia sin permitir que se cometan viejos errores. Querrán sembrar el caos tras la derrota, pero la respuesta será elegir cuanto antes a los mejores, escrupulosamente tamizados, capitalizando el procaz ejemplo que nos da Alianza País con esa Asamblea saturada de gente impreparada , aprobando textos que nunca comprendieron ni conocieron (¡Despiértate y vota!, escupían al bobalicón dormido) , reemplazados a última hora por quienes diseñan un totalitarismo ajeno a los ecuatorianos . Y nos piden que callemos. ¿Vergonzoso, NO?

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  1. Sr. Cuesta:
    Tal y como Ud. describe con tanta precision, la barbaridad que nos ha tocado vivir, es obligatorio para quienes nos repugna la ignorancia y la habilantez con la que se quiere engañar al pueblo, tomar partido, y aunque sea hacer conocer nuestra opinion a traves de este medio y respaldar su posicion.
    Los ecuatorianos que tenemos cierta edad, y que hemos acostumbrado a vivir bajo normas de decencia y honorabilidad no podemos quedarnos impavidos, puesto que los años que nos quedan por vivir, queremos, es mas, exigimos vivirlos en plena libertad y decidiendo por nosotros mismos como lo haremos.
    NO y mil veces NO a esta trasnochada idea del totalitaismo.

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