29 marzo, 2024

Comerciantes irregulares

Aprendí en Sociología que para medir la cultura de una ciudad o nación que visite, hay que buscar primero los principales puntos culturales: sus mercados públicos y centros educativos de ciencia y arte.

Y en ésto del orden de los mercados y calles públicas; tócale a los Municipios regularlos, lo que en derecho viene desde la época de Roma y Grecia, donde los mercados y mercaderes tenían señalados su circunscripción. Que siempre hubieron los abusivos que querían comerciar en cualquier lugar, también es verdad.

¿Se acuerdan de los mercaderes del templo? ¿Acaso olvidan quien los sacó a latigazos?

Me permito traer a colación la actitud, que constituyó una de las anécdotas de Asaad Bucaran cuando fue Alcalde de Guayaquil, para quien cada hombre pobre era su “compañerito”, mandó a los policías a que despejen del Pasaje Arosemena del palacio municipal a “una compañerita” que vendía caldo de salchicha, quien considerándose con derecho “como mujer pobre que se ganaba la vida”, no les hizo caso; por lo que él mismo bajó y, repito como lo contaba todo Guayaquil, “de un solo patazo le viró el fogón y la olla, dando la orden, de que si llegaba a regresar la metieran presa” (¿ ?), forma sui géneris, por supuesto.

Más, hablando del deber de un Alcalde de defender el orden de su ciudad, lo primordial es hacer cumplir la ley municipal, que como toda ley es inviolable, y enfrentar a quien incita a quebrantarla.

Y nosotros todos los guayaquileños del presente, tenemos también ese deber con este Guayaquil de la nueva era que nos pertenece, del que no tenemos que hacer mucha historia porque la estamos viviendo desde 1992: Cuando esta Ciudad “metrópoli” bajo una anarquía terrible, estaba hecha un caos-donde cada cual hacía lo que le daba la gana, hasta que llegó a la Alcaldía León Febres Cordero, con un plan reivindicador de la Ciudad y de gran dimensión en que, por supuesto, estaban contemplados los mercados.

En referencia a éstos, lo dije en ese entonces “dignificó la comida del pobre” levantándola del suelo a mostradores de mercados, ya no más “pilos” de frutas y legumbres sobre las calles inmundas. Construyó hermosos y limpios mercados, nunca más el pescado en las veredas junto a las alcantarillas de hedores putrefactos, sobre los que los escurrían luego de “lavarlos”, sino sectores con mostradores y lavaderos embaldosados, agua potable, etc.

“Que nadie iría a esos mercados” gritaron “¡Nadie nos comprará!” Claro que los nadie no fueron, pero el pueblo guayaquileño formado de-pobres y no pobres, si lo hicieron como hasta hoy.

Y luego llegó Nebot, quien quiso hacer Más Ciudad de Guayaquil, siempre dignificando al pueblo, a los mismos vendedores, a los “cachineros” por ejemplo, haciéndoles mercados especiales, igual que algunos más para otras mercaderías; no le fue fácil convencer a la gente, como igual contentar a todo el mundo; siempre hay los que discrepan del orden y muy especial de la ley de régimen Municipal, a la que todo habitante de la ciudad tiene el deber de respetarla, a las autoridades hacerlas cumplir y a los transgresores sancionarlos.

La ley de regulación urbana indica que el vendedor ambulante clandestino tiene sus riesgos; como infractor está expuesto al decomiso de su mercadería-lo cual malévolamente es manipulado por políticos mal intencionados.

El Presidente Correa, que ha vivido en Europa, sabe que en las ciudades grandes y aún en las pequeñas, no está permitido el mercader ambulante, para ellos hay un día en la semana de mercado, en un espacio de la Ciudad-por lo regular la plaza pública principal- a donde va la gente que quiere comprar legumbres traídas del huerto, quesos, pan y dulces caseros, pero bajo estrictas normas de higiene, igual que las artesanías de manufactura típica, etc. en puestos numerados, que también pagan impuestos, y a las 12h00 del día queda el lugar tan limpio, que bien puede uno irse en la tarde a sentar a oír conciertos musicales; los hay, en Alemania, Bélgica, Austria, Francia, etc..

Entonces ¿por qué la maldad de hacer el caos en Guayaquil? manipulando “al pobre que no tiene trabajo y tiene que llevar el pan a sus hijos”, olvidando que si de falta de trabajo se trata, le corresponde al gobierno crearlos, a pesar de que el Municipio de Guayaquil viene generando tanto trabajo, con las obras que desarrolla. Es ruindad pisotear la jurisdicción municipal de Guayaquil, por arrancarle un voto, a “ese pobre” convirtiéndole en trasgresor de las leyes contra la ciudad y en competencia deshonesta contra ese otro hombre, también del pueblo, que comercia legalmente en bahías, mercados, kioscos de parques y plazoletas, en “patios de comidas”, etc.

Y por último, a los que tanto quieren emular a Alfaro, deben saber que con su actitud no le llegan ni a los talones del gran luchador, que amó a Guayaquil y veló siempre por él.

¡Ah si se hicieran eco de sus palabras! dichas en el Mensaje a la Convención Nacional -1896-1897 luego del incendio grande pág. 94…

“Es justo y necesario que os llame la atención sobre la triste situación de Guayaquil, el orgullo de nuestra Patria y áncora preciosa de las libertades patrias…”

Manos criminales, han querido ahogar el progreso de esta ciudad, herirla de muerte para ver, en agonía su preponderancia y amortajada su libertad, pero insensatos, no conseguirán sus fines, porque de esas cenizas saldrá Guayaquil mas florecida, más prospera y mas rica…”

(¿ ?) Son acaso voces de ultratumba para el presente?

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No hay comentarios

  1. Estoy totalmente de acuerdo con su artìculo y debería ser publicado en los diarios o prensa de Guayaquil. Muchos no conocemos antecedentes y nos podemos ver diferencia.
    Para mi hoy la ciudad de Guayaquil y especialmente siendo Puerto es una maravilla y un ejemplo.
    Hay que evitar que las àreas regeneradas
    sean invadidas por vendedores pequeños, que tienen el derecho a tener un trabajo,pero tambièn tienen que conocer sus limitaciones.

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