24 abril, 2024

Adultos vs adolescentes… ¿cuál es el problema?

Siempre me hablan de… ¡lo mal que se comportan los estudiantes de esta época!!!. No hacen caso, son rebeldes, contestones y siempre se salen con la suya… ¡no sé que hacer con ellos!, dice por ahí una mamá. Y… ¡los tiempos de antes eran mejores!, confirma el abuelo. Pero… ¿es realmente que los adolescentes de hoy están tan mal o es que los adultos de hoy no estamos cumpliendo cabalmente con nuestro rol?.  Talvez una cosa u otra, o quizás las dos cosas, lo cierto es que hay algo por resolver… ¿verdad?. Veamos pues, algunas personales reflexiones, desde mi óptica de educador…

Un adolescente es un ser humano en “construcción” –podríamos decir-. Está en camino para sus más importantes definiciones vivenciales. Identidad en todas sus formas. Sus comportamientos resultan a veces incomprensibles –hasta para ellos mismos, ni se diga para los adultos, quienes en la gran mayoría de los casos ya hemos olvidado cómo sentíamos y actuábamos cuando teníamos esa edad-, requieren guías y las buscan… ¡a veces en los sitios equivocados!, pero las buscan –aunque no lo entendamos desde nuestros modelos de “gente mayor”-, en ese camino se encuentran con el adulto, papá, mamá, abuelo, profesor, entrenador, etc., allí puede iniciarse el camino hacia su plena realización o… para su peor catástrofe…

Analizando lo que ocurre en las instituciones educativas, observo que gran parte de los hoy adultos seguimos conservando actitudes y comportamientos, reacciones y respuestas, típicas de nuestros “años mozos”. Profesoras que compiten con sus alumnas, educadores que reaccionan violentamente a un comentario de los estudiantes, madres que parecen quinceañeras, padres que dicen ser “amigos” de sus hijos y por tanto toman, fuman y parrandean con ellos, etc, etc. Es decir… ¡muchos no han madurado lo suficiente como para cumplir con el “perfil” que el actual adolescente considera que es un adulto!. Allí viene el problema de fondo, pues la queja común es que padres, madres y maestros no estamos cumpliendo el rol que nos toca en nuestra relación con los adolescentes, en su formación humana para el futuro. Constantemente somos guías poco confiables y tampoco irradiamos la autoridad moral que ellos y ellas necesitan para solidificar su personalidad y confiar en sí mismos. Lejos de fortalecerlos, en muchas ocasiones los debilitamos. Queremos aconsejarlos en todo o solucionarles los problemas cuando eso no es lo que requieren para crecer de manera robusta y firme. En pocas palabras… ¡no damos la talla en nuestra relación con los más jóvenes!.

Cuando el joven encuentra un modelo de adulto capaz de portarse como tal, de guiarlo con firmeza pero con bondad y optimismo toma el rumbo, se muestra esperanzado y aprende a confiar en sí mismo, lejos de las dudas y temores propios de una edad de grandes cambios. El respeto, la autoridad es merecida, no se alcanza sólo porque se tiene un cargo jerárquico o porque se usa un uniforme y se grita constantemente, no, eso funcionaba en el siglo pasado pues todavía abundaban los modelos de sumisión en  nuestras sociedades. Hoy por hoy debemos entender que formamos a un estudiante para la vida y que todo lo que un adulto haga o deje de hacer por él o ella, repercutirá para bien o para mal en dicho futuro. La educación, estimados lectores, es un proceso, no un suceso, por tanto representa una secuencia de pasos ordenados, coherentes y sistemáticos que tienen como fin formar un ser humano capaz de vivir plena y constructivamente un mundo ciertamente difícil pero hermoso por los retos que presenta. ¿Nos estamos comportando como adultos en nuestra relación con los adolescentes?

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Procedo a explicar un poquito el tema para evitar confusiones. Si bien es cierto Pablo dice “Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por él.” (Romanos 13, 1-2). Primero que nada hay que entender que Pablo no se refiere a la autoridad como persona que la detenta, sino al ejercicio de la autoridad. Segundo debemos tener claro que la autoridad del hombre es delegada por Dios. Tercero que por sobre el ejercicio de la autoridad está la libertad del hombre que es lo que a lo largo de la historia de la salvación comenzando por Adán, Dios nos ha demostrado. Incluso en Lucas 9:23 pide Jesús que la persona que ejerce la autoridad debe negarse a si mismo y Seguirlo (hacer lo que Él manda) y en Juan 5:19,30 nos dice que la autoridad no debe despegarse del mandato de Dios. Quien detenta el poder lo recibe de Dios, fuente primera de toda autoridad. Y finalmente recordemos aquí las palabras de Jesús a Pilatos: “No tendrías contra mi ningún poder sino se te hubiera dado desde arriba”(Jn. 19, 11).

4 comentarios

  1. Muchas veces por tratar de ser buenos padres permitimos que nuestros hijos traspasen el limite entre la confianza y el abuso de confianza. Muchas veces los jovenes no saben cuando parar cuando se les da un poco de confianza y como digo traspasan dicho limite y muchas veces hacerlos que regresen es un poco complicado. Pienso que en esta epoca de libertinaje hay que ser un poco mas fuertes con nuestros hijos, hay que soltarlos un poco pero tambien recoger el hilo para que tengan sus propias vivencias pero con nuestra guia.

  2. Desde mi punto de vista de adolescente, les puedo asegurar que este post esta muy cerca de la realidad. Los jóvenes vienen mas amplios, mas complicados, con mas misterios y preguntas y los padres de estos tienen cada vez menos respuestas. Y si tienen la respuesta, no tienen los medios. No saben abordar los temas que hoy en día a mi y a mis pares nos rodean continuamente (probablemente sea por que en su época de eso no se hablaba) y eso genera que nuestras interrogantes queden en la nada. Las generaciones jóvenes de hoy son tan creativas y abiertas que superan a las generaciones mas viejas dejándolas prácticamente obsoletas.

    Los padres no están preparados para crear un ambiente de contención lo suficientemente fuerte como para que la adolescencia del sigo 21 se pueda desarrollar debidamente.

    Pueden estar de acuerdo o no, pero la verdad que los únicos que saben lo que es adolecer hoy en día, somos nosotros, la mayoría de nuestros padres fueron adolescentes en el siglo pasado, las cosas cambian, y no se puede avanzar si no se evoluciona en el pensamiento. No podemos seguir pensando que por tener menos años tenemos menos capacidades, menos intelecto o menos aspiraciones.

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