28 marzo, 2024

El Telegrafo

Ha sido “re-fundado” según consta en el nuevo formato del mismo diario El Telégrafo, el ex decano de la prensa nacional fundado en 1884. Todo empieza nuevamente en el 2008, dejando de lado su centenaria historia llena de épicas literarias, luchas en contra del abuso estatal, y problemas sucesorios, societario, internos. Y digo ex decano, porque realmente al pasar a definirse como “diario del Estado” ha perdido su principal característica. Jamás un diario del Estado puede alejarse de los mandamientos que directa o indirectamente no provienen de funcionarios nombrados políticamente. Hay que lamer la mano del político de turno. Para lograr esa objetividad y capacidad de crítica en un medio de comunicación estatal, deberían, su Director y quienes lo conformen, no depender del aparato político, y tampoco se puede vivir económicamente de la publicidad de las entidades públicas que ordene Vinicio Alvarado o por pataletas de Rafael Correa.

Lo único que se mantiene es el nombre, que por devenir de la modernidad se ha vuelto obsoleto al quitarle contenido. Le quitaron incluso el centenario logo de su reloj que testimoniaba el tiempo pasado, eliminaron la sección de Guayaquil, y asesinaron literariamente a todos sus editorialistas. En la nueva sección denominada Mundo, se han insertado dos páginas para “Quito Metropolitano”, y dos para “Guayaquil Metrópoli”. Y en esta última se roban una media página para que escriba ahí algún sociólogo “ancla”, como si se tratase de un centro comercial, cuya entrega se la reproduce en “quichua”. En la otra mitad de esa misma página aparece un espacio contratado por el SRI en la edición del 19 de marzo. Total, de Guayaquil, nada.

La diagramación limpia, pero el contenido sucio y manchado por la usurpación de un nombre que rompe una tradición de 124 años. El Telégrafo fue un diario guayaquileño, de influencia nacional, pluralista, y combativo contra las adversidades y lacras que en el mayor de los casos proviene de los abusos de las autoridades y de las tantas dictaduras que empañan la historia ecuatoriana. Realmente el nombre que debieron ponerle es el de País, tal como el diario español que ha contradicho a nuestro Presidente, pero que tiene tanta credibilidad y prestigio en el mundo hispano parlante. Ese nombre es concordante con el del slogan gobiernista y su movimiento reformista. Mantienen el nombre de El Telégrafo posiblemente solo para humillar a la ciudad y exhibir su conquista

De la parte editorial, que siempre fue el fuerte del antiguo y extinto El Telégrafo, no queda ni huella. Han nombrado a jóvenes “firmas anclas”, y habrá que juzgarlos a través del tiempo y recorrido. Un editorialista no nace. Se hace, y eso sucede solo con el tiempo y conforme consiga o no lectoría, credibilidad y seguimiento. Buena suerte jóvenes sociólogos vagos o aplicados, que no sé si cobren o no honorarios. Por ahí otras colaboraciones, mejor diagramadas que escritas. No se puede pedir que suplan 124 años simplemente con trucajes. Menos mal que los antiguos editorialistas se han juntado electrónicamente en https://www.desdemitrinchera.com, y por ahí deshojan su capacidad de lucha de las que han sido privados por no ser simpatizantes o dóciles del régimen. Y Juran que serán “pluralistas”

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  1. Gracias señor webmaster por acoger mi sugerencia y corregir los ERRORES MECANOGRÁFICOS que dificultan la comprensión de ciertas columnas de este espacio. Y gracias también a los ignorantes que usan seudónimos ridículos en Internet, por demostrar públicamente que no entienden la diferencia entre ERROR MECANOGRÁFICO y FALTA DE CLARIDAD EN LA EXPOSICIÓN DE IDEAS. (Ojalá las mayúsculas ayuden a que por fin lo hagan)

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