19 abril, 2024

La despedida

No pienses que mi amor ha cambiado
Ni su calidad o su cantidad, a pesar de las apariencias.
Si pudiéramos compartir momentos, se te haría fácil saber que mi alma está envuelta de tristezas.
A tu lado he soñado los más dulces sueños y las ilusiones más locas
Hay cosas que marcaron la diferencia entre una verdad contigo y una mentira con los demás.
Ahora que cada acto mío nos lleva a la separación…
Me siento culpable por hacerte daño, aún cuando tú seas la última persona a quien quisiera lastimar.
Siempre estarás en mi corazón.
De mi jardín eres el árbol más amado y desconocido.
Si supieras conocerme mejor; sabrías interpretar mis silencios.
Ni siquiera eso lo puedo remediar, porque se me ha acabado el tiempo.
Esto me provoca más desdicha todavía.
La realidad de mi partida se me ha hecho tan dolorosa,
Que no podría ignorarla…
Aún si fuera alguien que sabe fingir y como no lo soy; me destroza.
Todavía no sé como sobrellevar este martirio.
Ayúdame por favor.
Muero cada día y lo hago con mi silencio.
Hoy te pierdo taciturno en las penumbras…
Pase lo que pase nunca olvides la fuerza de mi amor.
Este será la fortaleza de tu vida mientras vivas.
Cuando me haya ido estaré como dormido…
Pero aún así pensándote.
Recordaré tus recuerdos
Mientras repensaré tu rostro para toda la eternidad.

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No se ganaba en Guayaquil un rumboso título de TUNANTE, por los años de 1700, quien no había seguido siquiera una vez a la TAPADA, en alta noche por los callejones y vericuetos por los cuales llevaba ella a sus rijosos galanes.

Nunca se la veía antes de las doce, ni jamás nadie oyó, en la aventura de seguirla, las campanadas del alba a las cuatro de la madrugada.

¿De dónde salía la tapada? Nunca se supo; pero el trasnochador de doce y pico que se entretuviese por alguno de los callejones, de Alonzo o la Cruz, del Ahorcado o la Valeria, el Descomulgado o la Curtiembre, por Chíguere o la Encrucijada, y pasando las ruinas de la Muralla por donde hoy es Junín, tomase hacia el Bajo, de seguro que el rato menos pensado tenía andando delante de sí, a dos varas invariables, siempre como al alcance de la mano pero nunca alcanzable, a una mujer de gentilísimo andar, cuerpo esbeltísimo, y que aunque siempre cubierta la cabeza con mantilla, manta o velo, revelaba su juventud y su belleza y a cuyo paso quedaba un ambiente de suavísimo perfume a nardos o violetas, reseda o galán de noche.

No hay comentarios

  1. Doctor Palacios,
    Que ser humano tan multifacético es usted. Igual puede con su palabra expresar su indignación; y, tambien con su palabra, expresar ternura infinita.
    Hermoso este poema.
    Gracias por hacernoslo conocer

  2. Me gustò mucho ese pensamiento…. Es lo que se siente en momentos como esos… como la «separaciòn». Uno nunca olvidarà a esa persona aunque todo alla terminado y siempre vivirà en nuestro interior, en ese òrgano llamado còrazon.

  3. Este poema es algo que nos lleva a la reflexion infinita e interna de que pasaria si el ser que uno ama con todo el corazon, nos deja, o que pasaria si nosotros dejamos a quienes amamos.
    Dios con su infinita bondad nos da la capacidad de aprender a seguir viviendo con todo lo bueno que nos legan, eso, es lo que tu siempre dejas a tu paso, buena siembra, buena huella,mucho amor, el poema es sencillamente precioso.

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