28 marzo, 2024

Cuando no pueda

El día que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme.

Cuando derrame la comida sobre mi camisa y olvide cómo anudarme mis zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote como hacer lo mismo.

Si mientras conversamos, repito y repito la misma historia que te sabes de memoria, no me interrumpas y escúchame.
Cuando eras pequeñita tuve que contarte infinidad de veces el mismo cuento para que cerraras tus ojitos.

Si alguna vez me hago mis necesidades, no me avergüences recriminándomelo. A mi también me desagrada. Te juro que no tengo la culpa y lamentablemente no puedo controlarlo.
Piensa en las veces que me mantuve pacientemente a tu lado, esperando a que terminaras lo que tú también hacías.

No te enfades cuando no me quiera bañar; no me regañes por ello.
Recuerda como te perseguía y los mil pretextos que inventaba para que tú también lo hicieras.

Cuando me veas lo ignorante que soy frente a la tecnología que nunca entenderé, contémplame con benevolencia y no me lastimes con una sonrisa burlona.
Recuerda que fui yo el que te enseñó lo que sabes.
Formarte para enfrentar a la vida tal como lo haces, es el resultado de mi esfuerzo y perseverancia.

Si cuando hablamos se me olvida de lo que estamos hablando; no me interrumpas  hasta que lo recuerde y si no puedo hacerlo; tal vez no era importante y me ponga contento solo con que me des tú atención en ese momento.

Si alguna vez no quiero comer, no insistas. Ya no tengo la fuerza para morder ni el gusto para sentir.
Cuando me fallen mis piernas, dame tu mano. Hazlo como yo lo hice cuando aprendías a caminar con tus débiles piernitas.

Si alguna vez me oyes decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir; no te enfades.
Ahora no vivo si no sobrevivo… y eso no es vivir
.
Siempre quise lo mejor para ti y por eso construí los caminos que hoy tan altivamente recorres.
Después del próximo viaje que en algún momento tendré, comenzaré a trazar un nuevo sendero para ti
.
No sufras por verme como me ves.
No necesito que me compadezcas, si no que me ayudes.
Hazlo como lo hice cuando comenzabas a vivir.

De la misma manera como te acompañé al inicio de tu vida, te pido que estés a mi lado cuando termine la mía.

Abrázame fuerte chiquita; dame todo tu amor.
Recuerda que siempre contarás conmigo y donde quiera que me lleve el tiempo, más allá de la vida o la muerte…te amo hija mía.

Artículos relacionados

La Constitución: el gran contrato

Imagine que toca a la puerta de su casa un vendedor, pero no de esos cualquiera que andan con corbatas sin combinar con su atuendo. Es uno vendedor técnico, experto en ventas, en técnicas neurolingüísticas, de fácil palabra, de buen vestimenta, de verbo florido; ameno, chistoso, ocurrido y hasta simpático físicamente.

No hay comentarios

  1. El pensamiento que Ud. expone en esta ocacion Sr. Dr. es bellisimo, es sublimes. Deberia enseñarse a diario en las escuelas colegios y universidades, a la par que el Mensaje a Garcia, y otros miles de pensamientos incentivadores.

    Ese pensamiento publicado por Ud. Sr. DR. lo vengo leyendo desde hace algunos años……………..¿ No es suyo…..verdad ?

    Saludos.

    Clarin Hacker

  2. Este articulo es tan apropiado para la generacion sandwich. Para quienes aun tenemos a una familia por la que debemos preocuparnos y a nuestros padres de edad avanzada, que necesitan de nuestro cuidado.

    Dr. Palacios, quisiera su autorizacion para publicarlo en nuestros medios, y traducirlo al Inglés, para aquellos que puedan beneficiarse de este mensaje.

  3. Edward Crowe.
    No creo que necesite autorizaciones. El texto ha sido copiado de una cadena que circula en internet desde ya algunos años.

    Es válido plasmarlo en este medio, el diálogo padre – hija (yo lo había visto en la versión padre-hijo) es muy hermoso, pero considero adecuado que se cite la fuente, aunque sea se diga autor desconocido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×