29 marzo, 2024

A mis dieciocho años

Un día entré a un gimnasio de box.
El ambiente olía a sudor y pobreza.
Había hombres saltando soga, golpeando sacos y peleando.
En la atmósfera se respiraba linimento y aire guardado. Allí no valía tu apellido o la condición social. Simplemente tenías que ponerte guantes y frente al que te pusiera el destino a fuerza de tus puños comenzar a escribir tu propia historia.
De repente el entrenador gritó:
¡Haber!….. ¿quién hace guantes con el negro Valencia?
-¡Yo!… respondí.-
En menos de lo que canta un gallo me encontraba sobre el cuadrilátero, sin camisa y a  punto de  pelear.
Frente a mi estaba un moreno que sin decir palabra alguna me recibió con un trompón en la cara y me mando al suelo donde quedé mirando el viejo foco que colgaba del techo.
Al día siguiente comencé a entrenar por las tardes, ya que el gimnasio había inscrito a veinte muchachos para pelear el torneo de los guantes de oro.
Llegó el gran día.
El coliseo cerrado estaba repleto. La gente hacía cola para entrar en medio de los vendedores ambulantes y revendedores de boletos.
Adentro el cuadrilátero. En su alrededor había gente de box que amaba este deporte e iban a ver a los jóvenes que esa noche se iban a fajar.
En el interior había un camerino mal iluminado y maloliente. Un banco de madera para diez personas tenía que sostener a treinta aspirantes a boxeadores.
En esos instantes se vivían momentos de tensión y nerviosismo.
Vestido con pantaloneta corta, botines y las manos vendadas, aguardaba mi futura ejecución, entre saltos, amagues y muchos no sé que es lo que hago aquí.
A las dos horas de espera sentí una palmada en la espalda y señalándome el entrenador dijo:
-¡Te toca!-
En ese instante me comenzaron a temblar las piernas.  Por instinto comencé a saltar y brincar.  Sin pensarlo me encontré en medio de las sillas de ring side, dirigiéndose hacia el ring.
En el camino saludos, uno que otro ¡dale Miki! Y también los infaltables   
¡aniñado!  ¡te van a matar!.
Ya subido en el cuadrilátero, oía la campana ¡clin!, ¡clin!, ¡clin!   mientras                                                                          
el anunciador decía:
-¡Teeeerceeeeraa pelea de la noche!-  Categoría de las ciento cuarenta y tres   ¡libraaaas! en el peso mediano ligero, del gimnasio C. D.  Guayas….
¡Miiiguel ¡Paaaaalacios!.
Comienza la pelea.  Ansiedad y músculos tensos.
Tiro un recto de izquierda que sigue con un derechazo cruzado al mentón.
El golpe asusta y conmueve a mi oponente, que con su mirada de temor me hace saber que yo ya tenía ganada la pelea.
En ese momento supe que debía atacar con todo lo que tenía.
Haciendo acopio a lo que podía y lo que no, comencé a dar una retafila de trompones! un dos!.  ¡izquierda, derecha, derecha! Derecha.
Un golpe le llegó al ojo izquierdo. En el momento que el muchacho lo recibía, su mirada estaba en blanco y la cara deformada. Con la fuerza del impacto el agua salpicaba a su alrededor. En ese instante el tiempo se detuvo y en cámara lenta caía el cuerpo ya vencido de mi rival hacia la lona.
De repente el griterío. La gente, los aplausos y la vuelta a la realidad traída por el anunciador que decía:
-¡Tercera pelea de la noche!-
¡Ganador por nock out! …..de ¡C. D. Guayas…!  ¡Miguel Palacios!.
Ahora que escribo esto todavía recuerdo esa época y las varias peleas que me llevaron a conseguir una medalla.  ¡Quién lo hubiera creído!….
En ese entonces boxeador….  ahora doctor.

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RESPUESTA: la razón de las emigraciones de principios del siglo 20 fue principalmente de ciudadanos libaneses principalmente cristianos ortodoxos que huían de la obligación de enrolarse en el ejército turco. Turquía se sumergió en la primera guerra mundial junto al imperio austro húngaro. Los cristianos libaneses no se sentían turcos, ni estaban dispuestos a luchas contra Francia, su país referente en el mundo occidental. Emigraron por esas razones pero básicamente los fenicios ancestralmente emigran desde siempre por comercio y en tiempo de guerra es difícil trabajar…

No hay comentarios

  1. De púgil a doctor con un gran talento de escritor. Sus palabras illustran con claridad y emocion esos buenos recuerdos que demuestran su fibra de guerrero.

    Si no con puños con palabras, a defender las causas por las que creemos.

    Por la ciudad, por la provincia, por un pais unido. Por un mejor Ecuador.

    Felicitaciones. Una bonita narración. Saludos desde West Hills, California.

  2. Buena narración de un hecho que hizo hisstoria en la familia… Mejor dicho… cuando se descubrió por la prensa, que el «ñaño Miky» había sido coronado campeón de los Guantes de oro», mi papá… don Chiken,cayó al suelo de la sorpresa por knock out!
    Lindas memorias… nostálgicos recuerdos… Continúa poniéndote los guantes para defender las causas justas!

  3. Acabo de llegar de Guayaquil luego de 3 semanas de visitar esa. Yo sabia que usted fue companero de Eduardo Burbano en el XAvier..Siempre leo tus e mails, antes en El Telegrafo y luego cuando algun corresponsal mio me los envia. Usted escribe valientemente y bien. Sigalo haciendo, tiene miles de lectores. Saludos desde Miami,Fl

  4. Lo felicito señor palacios por el mensaje puro y fraterno de un guayaquileño hasta los huesos.. soy un guayaquileño 3000% mas que el sr. correa. ojala este tirano no desprenda a mi ciudad que muestra avances tantos internos como a nivel internacional, el exito al que yo vivo agradecido porque gracias a ello soy un profesional que comenzo desde abajo, ahora estoy en clase media; y quiero a llegar a la clase alta con mi propio esfuerzo y sentirme orgulloso de mi mismo y la ciudad que me brinda oportunidades, hasta siempre guayaquil de mis amores….. no calles y vence el miedo

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